Viernes, 04 Diciembre 2015 16:28

Recursos naturales autóctonos "pueden convertirse en productos estrella”

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Entrevista_agronomo_Cuba.doc Humberto en el conversatorio “Cambio de Paradigma en la Innovación Rural. Experiencias de Terreno”. Entrevista_agronomo_Cuba.doc Humberto en el conversatorio “Cambio de Paradigma en la Innovación Rural. Experiencias de Terreno”. IPDRS

Bolivia tiene en su diversidad de productos autóctonos una gran oportunidad de desarrollo. La tarea pendiente está en que instituciones públicas y privadas trabajen juntas para que los pequeños productores protagonicen los cambios necesarios. Ése es el diagnóstico que hace Humberto Ríos Labrada, agrónomo cubano y ganador del “Nobel verde” por un programa de innovación rural que reactivó la agricultura en su país. Bolivia tiene “recursos naturales autóctonos que pueden convertirse en los productos estrella”.

Víctor Quintanilla / La Paz

En los años 80, la agricultura de su natal Cuba se basaba en el cultivo de caña de azúcar y dependía altamente de fertilizantes y pesticidas. Con la caída del comunismo en Europa, recuerda, su país perdió el acceso a los químicos y los agricultores optaron por la rotación de cultivos. En ese contexto y como parte de su tesis doctoral, Humberto Ríos Labrada, agrónomo, volcó su mirada hacia los pequeños productores.

El también artista de música tradicional implementó un Programa de Innovación Agrícola Local. En él, los agricultores lideraron el proceso de mejora de la producción —centrado en la diversificación de cultivos — con el acompañamiento de técnicos y científicos en calidad catalizadores. “Para cambiar realidades, se aprende cambiando”, afirma Ríos, cuya iniciativa le valió en 2010 el Premio Goldman, conocido entre los ambientalistas como el “Nobel verde”. El galardón lo recibió de manos del presidente de Estados Unidos Barack Obama.

De visita en La Paz, Ríos, coordinador regional para América Latina del Centro Internacional de Investigación Agropecuaria orientada al Desarrollo (ICRA), compartió sus experiencias sobre innovación rural en un conversatorio con productores nacionales organizado por el Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS). También respondió esta entrevista en la que habló de las oportunidades y desafíos que tiene el país para su desarrollo agropecuario.

¿Cuál su principal hallazgo en Cuba?

El principal hallazgo es que el camino a la sostenibilidad comienza cuando los dueños del problema se convierten en dueños de la solución. Estoy hablando de los pequeños productores cubanos. Los modelos de agricultura convencionales no eran priorizados y cuando vino el colapso del campo socialista, el principal abastecedor de insumos, todas las grandes empresas estatales colapsaron. Sin embargo, los pequeños productores se convirtieron en los campeones de la nueva agricultura cubana con un enfoque agroecológico, con el que producían muchos más productos con muy pocos insumos. Tuve el privilegio de vivir ese proceso, de apoyarlo y de aprender mucho de él.

¿En qué se basó el programa que le mereció el Premio Goldman?

Se basó en que no eran los científicos los que seleccionaban las semillas que serían distribuidas localmente en Cuba, sino los productores. Y nosotros les facilitábamos el acceso a diversidad de semillas. Ellos seleccionaban las que les interesaban y después las difundían. Empezamos con 25 (productores) y ahora son 80.000 los que se están beneficiando con esto.

De su visita a zonas rurales de Bolivia, ¿qué oportunidades y limitaciones identificó?

Bolivia es un país súper rico y tiene de todo. Su gran oportunidad es que tiene recursos naturales y sobre todo recursos naturales autóctonos que pueden convertirse en los productos estrella de este país. Ya tenemos un ejemplo con la quinua. Pero la quinua solamente es la punta del iceberg. Hay muchos otros productos como la papa y otros que también pueden resultar muy interesantes: los vinos, la uva, en fin.

El desafío está en cómo instituciones públicas y privadas trabajen juntas; y, sobre todo, en cómo convertir a los dueños del problema, los pequeños productores, en los dueños de las soluciones interesantes, en cómo hacer que ellos sean quienes cada vez más tomen las riendas.

¿Cómo pueden nuestros productores pasar del beneficio individual al colectivo?

La experiencia que tengo de la agricultura es muy dura. Es muy duro que yo me levante a las cuatro de la mañana para ordeñar una vaca, y vea que mi vecino se levanta a las 10 de la mañana porque estuvo de tragos toda la noche. Yo creo que hay que hacer un balance entre las cuestiones más privadas y las colectivas. A mí me parece que la cuestión colectiva funciona en la medida que tengamos un problema común, por ejemplo la comercialización, y podemos ponernos de acuerdo para, colectivamente, buscar mercados y comercializar. Pero siempre tiene que existir un espacio donde tú demuestres tu propia capacidad.

¿En qué medida es necesario tener un enfoque empresarial?

Es más que necesario, es imprescindible. Lo que falta finalmente es anclar esa capacidad para que los productores sean realmente más autónomos y no dependan de los subsidios porque una economía subsidiada no es sostenible. Hace falta potenciar esa capacidad para que los pequeños productores puedan descubrir sus productos estrella y promoverlos.

¿Cuál es el indicador o los indicadores principales del desarrollo rural?

Se han escrito alrededor de 200 libros sobre eso, es difícil decir. Para mí tiene que ver un poco con la capacidad que tiene la gente de comercializar sus productos, con la calidad de sus productos y con cómo la gente puede vivir dignamente.

¿Cómo podemos articular agricultura con el agroturismo y la agroecología?

Eso es una gran oportunidad que tienen los pequeños productores porque realmente ninguno de ellos vive de un rubro. Pueden tener uno o dos productos estrella. Lo interesante del pequeño productor es fortalecer el concepto de sistema estrella, aquel en el que tiene varios productos o servicios, y en el que, cuando hace la sumatoria, recibe un bienestar mayor que si se dedicara solamente a una actividad. Y, dentro de esa escala, el agroturismo o el alojamiento rural, es donde puede prestar servicios como parte de su sistema.

¿En qué consiste la “hibridación de conocimientos” de la que habla?

Es el trabajo transdisciplinar y multidisciplinar. El primero, por ejemplo, es cuando científicos y productores comparten un desafío común y empiezan a trabajar juntos para enfrentarlo. Y el segundo es cuando profesionales del conocimiento técnico de la sociología, de la economía y de la agronomía se juntan para resolver algo concreto. Yo creo que el nuevo conocimiento nunca está en el centro, sino en las fronteras de las disciplinas. De esa manera, cuando pones a interactuar a diferentes disciplinas o a diferentes tipos de conocimiento y a un desafío común, aparece el nuevo conocimiento.

¿Y qué rol juega la universidad?

Uno muy importante. Si la universidad no cambia su sistema de enseñanza y aprendizaje, vamos a multiplicar a la gente que concibe el desarrollo rural como algo lineal. Tienes que romper el círculo vicioso y ése se rompe en el sistema de educación.

¿Bolivia debe apostar al campo?

Por supuesto, definitivamente. Bolivia tiene una vocación productiva y la ventaja es que dentro de ella tiene una gran diversidad de productos. Hay que apostar un modelo donde el acceso a la tierra sea priorizado. La agroindustria es posible, el problema con ella es la escala.

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