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Miércoles, 26 Noviembre 2014 20:46

Los Jacobos, una manada de mestizos

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En un país en el que 300 mil canes viven en las calles, al menos nueve no sufren por ello. Un callejón en el pasaje de La Tablada, mercado de La Paz, es el hogar en el que reciben mimos, comida, abrigo y, a cambio, vigilan la mercadería. Berta podría ser parte del grupo si no fuese humana.

Iblin Linarez/ La Paz

Berta Machicado vende vasos desechables en el pasaje de La Tablada, justo al inicio de esa vía comercial, entrando por la avenida Tumusla. Hace 50 años que se gana la vida en este lugar al oeste de La Paz. Es pequeña, peina canas, de sonrisa tierna y un amor por los perros que ha cambiado el destino de nueve de ellos. No es la dueña de los canes, pero más que si lo fuera.

Como Berta vende de jueves a domingo, nueve canes conocidos como los Jacobos saben que deben ir a buscar su almuerzo y cena en el puesto de vasos. La comida está dispuesta en pequeñas bolsas que cada perro se lleva en el hocico para devorarla debajo de las tarimas.

La benefactora paga a los restaurantes de los alrededores para que le manden los restos de carne y los huesos, “los divide en bolsitas más pequeñas para el almuerzo y la cena y los Jacobos acuden a recogerlas”, explica Lucy de Flores, otra de las vendedoras. De lunes a miércoles, esas bolsitas de comida y el agua que beben los Jacobos quedan a cargo de una hermana de Lucy y los perros lo saben también y “van a pedirle sus raciones a ella; no se equivocan, es como si supieran en qué día de la semana estamos”.

La manada, que no jauría, duerme debajo de las tarimas de Gladys, su ama oficial; ahí están sus cuchas y unos bañadores para la comida y el agua. Pero como ella no siempre sale a vender, sus compañeros de oficio reclaman que no los vigila y por eso entre todos han asumido el cuidado de los cuadrúpedos para evitar que se vuelvan callejeros y peligrosos.

Calle igual desamparo

El encargado de Zoonosis, Grover Paredes, considera "preocupante" la situación de los perros que viven a la intemperie  ya que pasan hambre, sufren las inclemencias del tiempo y contraen enfermedades como la rabia

Las autoridades reportaron que la población canina crece un 20% cada año. Sólo en La Paz hay un perro por cada tres habitantes, cuando el promedio recomendado por la Organización Mundial de Salud (OMS) es de uno por cada diez. Del total, el 40% se encuentra en las calles, según el Ministerio de Salud. En total hay 2,2 millones de perros en Bolivia.

Por lo dicho, los Jacobos pueden considerarse afortunados, pues es cierto que viven de puerta afuera de la casa de su dueña, pero la centena de comerciantes los cuida al extremo de que cada perro tiene su carnet de vacunación y se ha esterilizado ya a una de las hembras.

Jacobo, el líder

 El "jefe" entre las tarimas de La Tablada.

El perro Jacobo es el ‘jefe’ y se puede decir que el patriarca de esta familia canina que vigila, sobre todo de noche, el pasaje de La Tablada. Es por él que todos los canes son llamados los Jacobos.

Son las 08.30 y Terry hábilmente saca, con pata y dientes, un bañador de comida de debajo de la tarima donde a veces vende Gladys. Se dispone a comer cuando el ‘jefe’, que es además su padre, llega y con un gruñido le indica que se aleje. El perro de color café y tan grande como Jacobo no se hace repetir la señal y se va. Normalmente, ambos comen del mismo plato, pero esta mañana el líder está molesto porque durante la noche Terry no hizo guardia.

El ‘jefe’ o abuelito, como llaman los humanos a Jacobo, es blanco y grande, mestizo como sus compañeros. “Son sus hijos, toditos, bueno también sus nietos”, aclara Gladys. En La Tablada, algunos puestos abren muy temprano y las mismas tiendas aprovechan que no hay mucha gente para acomodar productos sacando y metiendo cajas. El bullicio está más allá, en la avenida Tumusla, con las mañaneras, momento perfecto para que los perros que han vigilado toda la noche, acompañando a los guardias de seguridad privada, descansen y busquen un poco de sol para calentarse.

No se sabe con certeza la edad de Jacobo, pero los vendedores recuerdan que hace casi diez años que lo conocen. Antes tenía una compañera, a la que se llevaron a Villa Fátima, y de esa unión nació Terry, otro mestizo y compañero inseparable de Jacobo. En el grupo hay un pequeño perro chapi, que, cuenta Cristian Pinto, guardia de seguridad del turno nocturno en el lugar, es el padre de Jacobo. Para Pinto y para Eusebio Quispe, el otro guardia, los Jacobos son de gran ayuda; “ya saben que en el día no se molesta a los clientes, pero por las noches caminan junto con nosotros y no dejan que nadie, nadie, atraviese el pasaje. Son buena compañía”, concluye Quispe.

A pata

Hace un mes, padre, hijo y una de las nietas de Jacobo terminaron en Zoonosis y Berta tuvo que ir a rescatarlos previa colecta de dinero entre los vendedores para cancelar la multa. Los rescató luego de exhibir los carnets de vacunación y retornaron todos a bordo de un taxi que los dejó a la altura del nudo Vita y, de allí, “nos fuimos a pata”, bromea la amante de los animales.

Si alguien ajeno a la familia de comerciantes de La Tablada desea ver a los perros, probablemente no lo conseguirá. De día pasan desapercibidos arrastrándose por debajo de las tarimas y de noche se tornan en furiosos guardianes de la mercadería.

Dos de los canes en su hogar callejero. Foto: Iblin Linarez

Leer también:

http://www.lapublica.org.bo/noticias/la-paz/item/128-ciudadanos-esperan-la-aprobacion-en-detalle-de-la-ley-general-en-defensa-de-los-animales

http://www.lapublica.org.bo/reportaje-mensual/ciberactivismo

Visto 2815 veces Modificado por última vez en Jueves, 27 Noviembre 2014 22:16
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