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Jueves, 17 Septiembre 2015 11:39

¿Atención con calidez y calidad?

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Cualquier funcionario debe atender correctamente a una ciudadana o un ciudadano. Una persona puede esperar que el trato sea aún más cuidadoso cuando va a denunciar una violación. Testimonios y declaraciones de cargos públicos demuestran que sucede lo contrario.

Gemma Candela / Santa Cruz

Cuando el tío y la madre de Veruska Valdivia la encontraron inconsciente en el alojamiento Tia Martha, por la zona del Mercado Mutualista, de madrugada, subieron al mismo taxi que les había llevado al lugar con la intención de buscar un médico para la chica, que no despertaba. Pero los policías les indicaron que antes debían sentar la denuncia porque, sin ella, al cabo de unas horas deberían soltar a los aprehendidos, los supuestos violadores de Veruska. Después de prestar la declaración, los tres comenzaron una peregrinación en busca de un médico forense. Y, cerca ya de la primera luz de la mañana, el tío de la víctima tuvo que hacer un último viaje en taxi: trasladó a los dos aprehendidos del módulo policial a otro que le indicaron los uniformados después de decirle que ellos no contaban con vehículo policial para hacerlo.

“Suceden cosas, como en el caso de una señora mayor y de baja formación a la que le hicieron firmar un documento sin ni siquiera dejarle leer primero. Y le cobraron Bs 50 por la copia de un memorial de su caso”, cuenta la abogada de la Casa de la Mujer, Teresa Torrico. La Ley 348 establece que las mujeres víctimas de violencia sólo deben pagar el precio de las fotocopias, no una cantidad adicional. Cuando se dan estas situaciones “no dan recibo”, indica Torrico. Con lo cual, denunciar estos pagos irregulares es difícil, más todavía teniendo en cuenta que “hay protección desde los altos mandos”. La abogada recomienda anotar el nombre del policía que solicite dinero (lo llevan está escrito en el uniforme) y sacarle una foto disimuladamente. “Cambia la figura cuando nosotras las acompañamos”, afirma. Entonces, los uniformados no piden ni cobran coimas.

“El personal tiene que estar capacitado. La Gobernación capacitó el año pasado a funcionarios de las Fuerzas Armadas, de la Fuerza Aérea y de los distritos policiales de todo el departamento sobre la Ley 348”, asegura la directora de Género del Gobierno Departamental de Santa Cruz. Y reconoce que, a pesar de ello, siguen sucediendo irregularidades. “Es una lucha de la que no tenemos que cansarnos”.

Incluso entrar a la Fiscalía Especializada en Víctimas de Atención Prioritaria (FEVAP) para buscar información no es sencillo, como cuenta una mujer que se dio cuenta de que su hija de cuatro años había sufrido algún abuso sexual dentro del ámbito familiar.

Testimonio de la madre de una víctima

“América (nombre ficticio), mi hija, fue abusada y yo quería denunciar. Hablé con Mujeres en Busca de Justicia, la oficina legal de Mujeres Creando. Les comenté que iba a llevar a América a su pediatra y pregunté a qué otro lugar la podía llevar. Me dijeron que fuera a la FEVAP. Me ofrecieron acompañarme. Ahora lamento no haber aceptado, porque tontamente preferí hacerlo sola.

En la FEVAP de la Av. Uruguay hay que entrar por un pasillo y una se choca con un oficial en un escritorio. “Quiero que le hagan un examen médico forense a mi hija. Ha sufrido abuso y quisiera saber si hay alguna lesión”. Entonces él me dijo: “Usted tiene que traer una orden”. Le pregunté dónde me entregaban la orden: “Tiene que ir con un fiscal para que le dé la orden y recién con esa orden viene acá”. Quise saber: “¿Y no hay alguien con quien yo pueda hablar aquí?”. Entonces él me mandó al fondo, donde está la Defensoría de la Niñez.

Entré a la Defensoría: su oficina es un cuarto chico con cuatro escritorios, uno en cada esquina. Había cuatro mujeres, dos estaban conversando cerca de la puerta. Entonces a ellas me dirigí. Era una la que me respondía, pero como la otra estaba al lado, fue como que me atendieron las dos: “Quiero que le hagan un examen médico forense a mi hija, ha sufrido abuso”. Entonces ellas me miraron un largo rato en silencio. Me preguntaron quién era el agresor: “El sobrino de mi esposo, de 16 años”. ¿Qué edad tiene su niña? Les respondí. Me miraron otro rato largo y finalmente dijeron que iban a hablar con la niña. Les conté que yo le había preguntado a mi hija y que ella no sabía mucho. Insistieron: “Vamos a hablar con la niña”. Me hicieron salir, mi hija se quedó dentro y cerraron la puerta. Fueron 15 minutos, rato que estuve sentada afuera en unas graditas, pues el lugar es pequeño y no hay donde sentarse.

Abrieron la puerta, me hicieron pasar y mi hija se quedó afuera. Su niña no ha contado nada, me dijeron. Entonces yo les dije todo lo que yo sabía. Y me hicieron preguntas. Tenían el chaleco de la Defensoría pero no se presentaron de nombre ni de cargo ni de profesión. Yo no sabía con quién estaba hablando. No fueron desagradables y tampoco hubo empatía".

Les pedí un examen médico forense y ellas recién me explicaron que eso se hace con una orden, que yo tenía que ir a la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV) y que me asignarían un fiscal que emitiría la orden. Entonces yo podría pedir el examen médico forense y la atención psicológica. 

Las expectativas que yo tenía cuando fui a la FEVAP era que una psicóloga atendiera a mi hija, que ella fuera la única persona que la interrogara para que no hubiera revictimización. Y que luego pasara a la forense para cerciorarnos de todo. Ése era mi proceso ideal.

Después de contarme lo de la fiscalía, me dijeron: “Vamos a intentar otra vez hablar con su hija, a ver si esta vez podemos”. De nuevo América entró, y a mí me hicieron salir. Estuvieron unos 5 minutos. “Su hija no quiere hablar.  Aunque le hemos preguntado por el agresor, ella sólo ha contado que le había lastimado un brazo. Eso no tiene nada que ver con lo que queríamos saber”. 

Me dijeron que esperara afuera y ellas se quedaron adentro hablando. Luego salieron y me dijeron que ellas podían hacerme el favor de pedirle a la doctora que revisara a mi hija, pero que iba a ser sin certificado médico porque yo no tenía la orden del fiscal. No importaba, yo lo que quería era que alguien la revise. 

Entramos al consultorio y la doctora la revisó. Dijo que no hubo penetración, que no la habían lastimado, que tal vez fue fricción. “Con eso, ¿yo puedo hacer denuncia o no me harán caso?”, quise saber. “Usted puede hacer la denuncia”. 

Al salir de ahí me hablaron las de la Defensoría. Querían saber qué había dicho la doctora y yo les conté. Además, les dije que quería denunciar. Ellas me lo explicaron, pero fue como una explicación y advertencia al mismo tiempo: que lo más seguro es que el caso no avanzaría, que como no hubo penetración estaba difícil que se llegara a algo. Me preguntaron varias veces si yo estaba segura de hacer esa denuncia, que si iba a hacerlo tenía que ser ese mismo día porque, si no, después a ellas les iban a llamar la atención. “Usted tiene que saber que va tener que traer testigos, que la niña va a testificar, que tiene que traer a sus familiares. No es para que usted empiece esto y lo deje a la mitad”. Y me volvieron a preguntar si estaba segura. Y yo dudé harto porque al final recibí el mensaje: usted se va a ajetrear harto y no va conseguir nada. Era eso. Entonces dudé en llevar personas para que testifiquen, siendo que el agresor es parte de la familia, dudé todo. “Voy a tener tiempo de pensarlo hasta la tarde”, pensé y me fui. Me fui desorientada.

Volví a la oficina de Mujeres en Busca de Justicia y me dijeron que el protocolo no era así y me dieron una alternativa: hacer una denuncia escrita.

Eso fue hace más de un mes. Aún tengo la denuncia en mente pero no la he hecho hasta ahora. Estoy desesperanzada porque a lo que una apunta no se puede llegar con eso. Imagino a América en el juzgado, hablando con la fiscal, que le tomen otra denuncia, otra declaración, otra persona extraña, en una situación incómoda. Es revictimizarnos: a ella, a mí, a todos”. (Este testimonio ha sido recogido por Fabiola Gutiérrez).

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Visto 3573 veces Modificado por última vez en Miércoles, 30 Septiembre 2015 15:33
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