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Lunes, 30 Junio 2014 19:44

Historia para explicar a un taxista cualquiera, ¿qué alboroto hay en la esquina?

Un breve relato sobre cómo se vivió en Santa Cruz de la Sierra este 28 de Junio, Día Internacional de la Diversidad Sexual.

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Santa Cruz: La marcha de este año salió desde la Manzana Uno y llegó hasta la Plaza del Estudiante. Foto: Albanella Chávez Turello

Albanella Chávez Turello, psicóloga/feminista

Salgo del supermercado de la avenida Monseñor Rivero hacia la calle, estiro mi brazo y muevo la mano, señal convencional para que se detenga un taxi. Se detiene el primero que pasa frente a mí. Sigo la costumbre de dar mi dirección de destino y preguntar cuál es la tarifa hasta ahí. El conductor me indica un monto, estoy conforme y me subo al automóvil. Unas tres cuadras después de partir, el taxista me pregunta: ¿sabe qué es eso que hay en la plaza del Estudiante?

Diez minutos antes terminó la Marcha de la Diversidad Afectivo Sexual, que recorrió desde la Manzana 1, en la plaza central 24 de Septiembre, hasta una esquina antes de llegar a la Plaza del Estudiante, la que fue ocupada por más de treinta mujeres lesbianas y bisexuales ubicadas sobre una tarima más o menos alta, delante de un público con cámaras y smartphones, entre ellos algunos canales de televisión de la ciudad, todos en plena lucha contra el frío húmedo que caracteriza a Santa Cruz en invierno. La consigna que las condujo allí fue: Orgullosa de mi familia, en franca alusión a la arremetida patriarcal y conservadora del gobierno en el tratamiento y reciente aprobación del Código de Familia(s), que al parecer ha conseguido petrificar el concepto de familia monógama, nuclear y heterosexual. Antes y después ocuparon la tarima representantes de varias organizaciones de mujeres trans y de asociaciones que se definen como de personas LGBT (de los cuatro colectivos de lesbianas, gais, bisexuales y trans).

La manifestación del 28 de junio se realiza durante 14 años ya en Santa Cruz de la Sierra. Comenzó en 2000 en la zona del Parque Urbano, estuvo también por la avenida Landívar, algún año desembocó en la plaza principal, adonde volvió este año. Por delante de la Basílica de San Lorenzo o Catedral marcaron su paso paso agrupaciones de personas que se resisten a la norma y a la regla de la heterosexualidad obligatoria, que viene a ser columna vertebral en la cultura de la ciudad. Marcharon mujeres lesbianas y bisexuales que escapan de los mecanismos que el poder quiere imponer sobre sus camas y sus vientres; mujeres trans que se desmarcan de la tiranía estética de la sexualidad binaria y miran el mundo desde tacones de alturas impensables, tangas de lentejuelas y collares de plumas; hombres que se escapan del concepto andinocentrista, machista y patriarcal de pareja y familia. En resumen, cuerpos con los que las instituciones del Estado no se hallan realmente cómodas, pues vienen a contradecir su presupuesto básico de normalización: la heterosexualidad social como norma.

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Marcha por la Diversidad Afectivo-Sexual delante de la Catedral de Santa Cruz. Foto: Albanella Chávez Turello

Y es aquí donde aparece la marca de Santa Cruz. Como dije en un comienzo, la marcha debía concluir en la esquina de Plaza del Estudiante y la avenida Monseñor Rivero. Es decir, por el mismo lugar por donde pasa el Carnaval cada año, al igual que se organiza el Boulevard Carnaval, y por allí han desfilado también las Magníficas de Pablo Manzoni. En estos espectáculos, las mujeres son el centro de atención, la mayoría porque desfilan con pocas telas en el cuerpo y, en el caso del Carnaval, también con lentejuelas y plumas como ornamento. ¿Cuál viene a ser la diferencia con la marcha del sábado 28 de junio? Pues que ver cuerpos de modelos diseñados para la mirada machista del público cruceño es algo normal. Justo como dicen las publicidades y ferias. Sin embargo, cuando aparecen los cuerpos que transgreden el esquema heterosexual de mujer y hombre, el Gobierno Autónomo Municipal se revela como institución homofóbica y deniega la autorización para organizar el final de la marcha por allí. Cabe resaltar que esto ocurrió pese a existir una Ordenanza Municipal contra la discriminación por razones de orientación sexual e identidad de género, aprobada por el propio Concejo Municipal el año 2011.

Un par de días antes, a nivel nacional y desde La Paz, se supo que el honorable diputado Roberto Rojas defendía a capa y espada su argumento sobre la absoluta indefensión del Estado Plurinacional de Bolivia frente a la calamidad de “los homosexuales” y “su enfermedad mental”, todo esto en respuesta rabiosa a una acción pacífica de María Galindo, quien fue “atreverse” a plantar los pies frente al símbolo máximo de la iglesia católica en la ciudad de La Paz y darse un beso, un chape, chunkearse, prenderse a otra mujer. Apareció entonces el órgano estatal de represión por excelencia, es decir la policía, e hizo su tarea de siempre: golpearlas, gasificarlas y disolver la protesta. El mismo Gobierno constituido por personas que antes peleaban también con la policía, ahora la utilizan como escudo protector y, aunque nos digan que vivimos en un Estado de laicidad, el Gobierno sigue nomás defendiendo a la iglesia de cualquier "ultraje" que pueda sufrir.

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La Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales de Bolivia eligió como tema este año: "Orgullosa de mi familia"

Hagamos el recuento del telón de fondo: en 2009 se aprueba una nueva Constitución Política del Estado que anuncia con bombos y platillos que Bolivia es un Estado laico, con firmes propósitos de despatriarcalizar y descolonizar ese Estado. Esto quiere decir independencia de cualquier organización, confesión religiosa o creencia religiosa, para las cuales la colonia y el patriarcado son base.

Qué fácil resulta estar en el poder y borrar con el codo, sin saber mucho del tema, lo que firmas con la mano. Y vamos a acordar que supuestamente este gobierno, a diferencia de los anteriores, se distingue y hace alarde de sus medidas progresistas y “respetuosas” de los derechos humanos. Sin embargo, si la discriminación y la violencia vienen desde los propios personeros del Estado, es necesario preguntarnos de qué vale tener una Constitución que enuncia proteger a mujeres, niños y niñas, personas que viven con VIH, colectivos LGBT, personas con discapacidad y un largo etcétera, si en realidad todo esto queda en letra muerta y los que en realidad están protegidos por la burocracia y la corrupción, son los agresores. Sigue habiendo muertes de mujeres por incontables razones, la violencia sigue siendo moneda común en los noticieros y la discriminación viene desde las altas esferas del mismo Estado que dice proteger a todos y todas.

Más allá de la distancia ideológica y política que existe entre Mujeres Creando y los colectivos LGBT que dieron cuerpo a las marchas por el Día del Orgullo LGBT en varias ciudades de Bolivia, hay algo que viene a resonar: mal que mal, las leyes son resultados de procesos de negociación con personas individuales que tienen la capacidad de decidir a nivel político sobre todos y todas las habitantes de Bolivia. No obstante, que exista una ley no quiere decir que ésta cambie por combustión espontánea el machismo que corroe la estructura estatal, los códigos patriarcales por los que se aplica el poder en el país y las coordenadas que definen lo que es normal y permitido, a diferencia de lo que se considera anormal, abyecto y prohibido.

Si bien en nuestro medio ya hay las primeras voces críticas que cuestionan la razón para recordar o celebrar una fecha que se inició fuera del país y el significado que toma todo el evento, ya antes hemos visto que son necesarios los momentos en los que el gobierno se ve interpelado o hasta acorralado, para que sean puestas sobre la mesa las cartas con las que juegan a la política. Si vemos que, aunque haya leyes que protegen a las personas "vulnerables", en realidad bastan diez palabras de boca de un diputado para echar por tierra lo que dice garantizar la normativa, está claro que no es suficiente tener esas leyes. Si vemos que el sistema es tan hipócrita como para decir que protege a quienes después arrastrará por el suelo (y esto se aplica también a los casos de violencia machista de parte de funcionarios gubernamentales), no es suficiente con exigir que el Estado “reconozca los derechos”. Si oímos a un diputado insultar, denigrar y ejercer violencia sobre quienes le da la gana y las demás diputadas o senadoras, que también tienen voz no dicen nada, no es suficiente con los cientos de leyes que pueden aprobarse si no hay un principio de voluntad para cambiar el Estado desde la raíz.

En todo esto me puse a pensar en los dos segundos entre la pregunta del taxista y mi respuesta. Le hice otras preguntas: “¿Estuvo por ahí?, ¿Vio algo?”. Me dijo que sí, “Mujeres en tanga, con plumas y lentejuelas”. Entonces, a toda la maraña del Gobierno y los problemas que se reducen a declaraciones violentas y silencios incómodos, se sumó el darme cuenta de la brecha entre la política y en quiénes recae todo.

 

Visto 3167 veces Modificado por última vez en Martes, 01 Julio 2014 19:27
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