Lunes, 15 Agosto 2016 16:27

Nixon: “¿Qué es lo que necesitamos (en Bolivia)? ¿Un golpe?”

Nixon posa en la Casa Blanca junto a su asesor en temas de seguridad nacional, Henry Kissinger. Nixon posa en la Casa Blanca junto a su asesor en temas de seguridad nacional, Henry Kissinger. internet

Documentos desclasificados del Departamento de Estado de EEUU permiten hoy conocer los entretelones del golpe que llevó al poder a Hugo Banzer. Entre ellos está la conversación entre el presidente Nixon y su asesor en seguridad nacional, Henry Kissinger, en la que analizan las acciones a tomar en Bolivia, meses antes del levantamiento militar.

Javier Badani / periodista

“…tenemos un problema mayor en Bolivia”. Es el 11 de junio de 1971 y Henry Kissinger, asesor presidencial para asuntos de seguridad nacional del Gobierno de Estados Unidos, se halla en la Casa Blanca brindando su informe al presidente Richard Nixon sobre la situación política que vive Bolivia.

A miles de kilómetros de allí, en La Paz, el militar Juan José Torres inicia su octavo mes como presidente de Bolivia en medio de un clima enrarecido por los aprestos golpistas que se vienen anunciando desde distintos frentes, aunque sin un liderazgo claramente definido.

El 7 de octubre de 1970 Torres había asumido el poder tras un levantamiento armado que terminó con el mandato de otro militar golpista: Alfredo Ovando Candia. Para garantizar su estabilidad, el nuevo régimen militar se rodeó de líderes sindicales, campesinos y universitarios.

La llegada de Torres a la silla presidencial terminó por disparar todas las alarmas del Gobierno estadounidense, ya crispado por las medidas “de izquierda” que había asumido Ovando Candia en el país. Entre ellas, la nacionalización de los bienes de la petrolera Gulf Oil Company. Torres se mantuvo en la misma ruta. Nacionalizó la mina Matilde, de capital norteamericano, y expulsó a los Cuerpos de Paz de Estados Unidos. Permitió la creación de la Asamblea Popular, instancia de poder dirigida por el movimiento obrero boliviano que llegó a sesionar en la sede del Legislativo.

Al revisar los documentos desclasificados del Departamento de Estado estadounidense se puede constatar que Torres era -en la percepción de la administración del presidente Nixon- un líder aún más radical que su predecesor. Después de todo, y a pesar de las divergencias, Estados Unidos había alcanzado mínimos acuerdos de convivencia con Ovando Candia, como el freno temporal de la venta de una gran reserva de estaño estadounidense, para garantizar así que los precios internacionales de este mineral no se vinieran abajo. Con esa medida, aparentemente amistosa y que precautelaba los ingresos de Bolivia, Estados Unidos buscaba evitar la radicalización del gobierno de Ovando. Lo mismo haría, posteriormente, con Torres. Cosas del pragmatismo en la política internacional.

Pero todo tenía un límite. Y las medidas y tendencia política que el “ultranacionalista” Torres tomó en sus primeros meses de gobierno preocupaban a Estados Unidos. Nixon quería evitar a toda costa que la izquierda instalara “otra Cuba” en la región, abriendo así las puertas a la influencia de la Unión Soviética. Eran, pues, los tiempos de la Guerra Fría. Tiempos en los que prevalecía la máxima “el fin justifica los medios”. Así, en los documentos desclasificados del Departamento de Estado de Estados Unidos se pueden hallar decenas de memorándums internos en los que se detalla con meticulosidad la situación interna que vivía Bolivia, se elucubraban escenarios a mediano plazo y se cocinaban una serie de acciones para desestabilizar al Gobierno boliviano.

Los documentos no hacen más que ratificar un secreto a voces: que la administración Nixon destinó fondos para derrocar a Torres. Y para ello volcó su atención a los militares, al no encontrar un partido fuerte en la oposición (los documentos desestiman un apoyo directo al MNR debido a su división interna). En los comunicados se confirma que días antes del golpe del 21 de agosto de 1971, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) depositó 410.000 dólares en las cuentas personales de un ex militar boliviano y de un oficial disidente al régimen de Torres.

Y así retrocedemos una vez más al 11 de junio de 1971, dos meses antes del golpe que terminaría llevando al poder a Hugo Banzer. Y lo hacemos reviviendo la conversación realizada entre Kissinger y Nixon en la Casa Blanca, transcrita en el documento desclasificado: White House Tapes, Conversation No. 517–4, Oval Office.

Kissinger: También estamos teniendo un problema importante en Bolivia. Y…

Nixon: Lo sé. Connally* me lo mencionó. ¿Qué es lo que quieres hacer al respecto?

Kissinger: Le he dicho a Karamessines** que arme una operación lo más pronto posible. Incluso el Embajador allí, que ha sido un blando, ahora dice que debemos comenzar a jugar con los militares allí o la cosa se va a ir por el desagüe.

Nixon: Sí.

Kissinger: Eso tiene como plazo el lunes.

Nixon: ¿Qué es lo que Karamessines cree que necesitamos? ¿Un golpe?

Kissinger: Ya veremos lo que podemos, ya sea ----- en qué contexto. Ellos nos van a terminar de sacar en otros dos meses. Ya han conseguido deshacerse del Cuerpos de Paz, lo cual nos conviene, pero ahora quieren deshacerse de la USIA*** y los militares. No sé si incluso podemos pensar en un golpe de Estado, pero tenemos que averiguar cuál es el panorama ahí. Es decir, antes de que ellos hagan un golpe, podríamos....

Nixon: Recuerda, les dimos a esos malditos bolivianos ese estaño.

Kissinger: Bueno, siempre podemos revertir eso. Entonces nosotros…

Nixon: Revierte eso.

*John Bowden Connally, Secretario del Tesoro de Estados Unidos.

**Thomas Hercules Karamessines, Director Adjunto de Planificación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos.

***Agencia de Información de los Estados Unidos

 

Lee más:

Conversación entre el secretario de Estado, Henry Kissinger, y el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon.

Revisa los documentos desclasificados por EEUU

 

 

 

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