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En un país en el que 300 mil canes viven en las calles, al menos nueve no sufren por ello. Un callejón en el pasaje de La Tablada, mercado de La Paz, es el hogar en el que reciben mimos, comida, abrigo y, a cambio, vigilan la mercadería. Berta podría ser parte del grupo si no fuese humana.
Las economías de La Paz y Santa Cruz
Armando Méndez Morales, profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas
Un dato del último censo de población y vivienda dio un resultado completamente inesperado: La ciudad de la La Paz ha disminuido de población en comparación al año 2001; la única ciudad capital que habría sufrido este fenómeno. Todas las demás incrementaron su población. Como la ciudad de El Alto subió de población, en conjunto estas dos ciudades superan en un once por ciento a la ciudad de Santa Cruz, que se ha convertido en el principal y primero centro urbano de Bolivia.
La economía boliviana en los últimos ocho años ha crecido a una tasa acumulada promedia anual del 5 por ciento visto por el lado del Producto Interno bruto en términos reales. Un comportamiento destacado. En este mismo periodo el departamento de La Paz ha crecido algo más, equivalente a un 5,1 por ciento. El departamento de Santa Cruz, que desde el año 1994 supera a La Paz, en cuanto a contribución al PIB, creció algo menos que La Paz, pero muestra tasas más altas que La Paz para los dos últimos años. Mientras La Paz contribuye con un 24 por ciento a la producción nacional, Santa Cruz lo hace con el 30 por ciento.
Una característica de La Paz es que su economía fundamentalmente radica en servicios. Para el conjunto nacional, este sector, en términos reales, representa el 53 por ciento del PIB. Para La Paz significa el 69 por ciento, ocupando el primer lugar, mientras Santa Cruz lo hace sólo con el 48 por ciento. Este resultado tiene una lectura dual, por una parte podría indicar que La Paz es lo más avanzado de la economía boliviana, si se considera que las economías del mundo cuanto más se desarrollan más avanzan en servicios. En la economía mundial el 71 por ciento representa a servicios. Sin embargo, también hay otra lectura sobre este fenómeno cuándo se indaga qué lo que más está pesando al interior del sector servicios en La Paz, es la actividad gubernamental. Esto no es un buen indicador de desarrollo económico.
Las actividades económicas en La Paz, que durante estos ochos han tenido un crecimiento mayor al 5,1 por ciento ya señalado son: servicios financieros, productos de minerales no metálicos, bebidas y tabaco, minería, aunque se debe destacar que para el año 2013, ésta prácticamente se estancó. Otros sectores que le siguen son: construcción, transporte, servicios de la administración pública, energía y la industria manufacturera.Si se compara la importancia que tiene la industria en La Paz, se concluye que esta representa el 16 por ciento del PIB regional, mientras para Santa Cruz es el 29 por ciento.Si observamos el comportamiento de las exportaciones, La Paz no sale bien parada. Unicamente representa el 7 por ciento de lo nacional, mientras Santa Cruz exporta el 28 por ciento.En cuanto al sector financiero, la característica de La Paz es que es más una región ahorradora y Santa Cruz una zona inversora. Del total de depósitos bancarios La Paz participa con el 49 por ciento del total mientras Santa Cruz sólo lo hace con el 31 por ciento. En cuanto a créditos la situación se revierte. La Paz participa con el 31 por ciento y Santa Cruz con el 37 por ciento.
En cuanto a la base empresarial que tiene el departamento de La Paz, en número es muy similar a Santa Cruz. Cada una participa con el 29 por ciento del total. Lo dominante en Bolivia son las denominadas empresas unipersonales. A nivel nacional, abrumadoramente representan el 85 % del total, mientras La Paz enseña un indicador menor. Las sociedades anónimas representan sólo el 1 por ciento a nivel nacional y el 2 por ciento si se considera sólo La Paz. Este es un problema fundamental del país. Se requiere contar con un número mucho mayor de sociedades anónimas. Esto se logrará si se atrae capital extranjero.Los problemas de ciudad de La Paz se los puede resumir en tres: inseguridad ciudadana, alcoholismo y continuas marchas y bloqueos de los “movimientos sociales”, que paralizan continuamente al centro de la ciudad.
La ciudad de El Alto podría convertirse en una “fábrica” para el mundo, en una zona industrial, de ensamblaje, debido a su proximidad al puerto de Arica, lo que abarata costos para importar y para exportar, a que tiene un buen tamaño de población lo que indica disponibilidad de mano de obra barata. Pero esta potencialidad sólo se desarrollará si se cumplen tres condiciones: Primero, mejorar las relaciones comerciales con Chile. Segundo, mejorar la infraestructura de dicha ciudad y, tercero, una amplia llegada de inversión extranjera.
Magia con 20 bolivianos
Mabel Franco y Carla Hannover / La Paz
La Paz
Tengo una familia de 9 miembros. Cada semana, sólo para el mercado, necesito de 600 a 800 bolivianos: carnes, fruta, verduras, cereales, especies, leche, yogur, mantequilla, quesos… Impensable solventarlo todo con los Bs 20 o 30 con que muchas familias en el país tienen para sobrevivir por día: no sólo para hacer mercado, sino para todo. Magos, yatiris… Magas, “yatiras”
Llevo Bs 20 en la billetera dispuesta a hacer la prueba, a pedido de La Pública, y me dirijo al mercado Kollasuyo, en la ladera este de La Paz. Recuerdo que muchas veces he visto a señoras acercarse a las caseras y preguntar por un boliviano de tomate, cuando la libra de este producto, en tiempos malos, sube hasta 4,50, como pasa ahora, en julio. Y he creído adivinar, porque no he sido capaz de mirar de frente, el gesto casi de humillación de la señora cuando la vendedora ha rechazado esa posibilidad. He sido testigo también de la compra de cuellos o patas de pollo, entre otras menudencias del ave, y me he conmovido hasta sentir la tentación de ofrecerle pagar yo el pollo entero para esa mujer casi suplicante.
No es fácil enfrentarse a las vendedoras con sólo monedas. Da miedo. Salvo que se haga trampa. Como mis caseras ya me conocen, no dejan de mimarme al verme llegar. Se aprestan a llenar las bolsas. Les digo que esta vez voy a llevar todo lo que me cueste un boliviano. Como voy con mi hija, la verdulera se ríe y me pregunta: “¿Encuesta para el colegio es?”. “Sí”, miento por comodidad. Entonces voy pidiendo de todo un poco y el ejercicio se desarrolla entre carcajadas, pues no deja de ser gracioso para la vendedora calcular la cantidad de arvejas o de habas que me corresponde. Al final tengo: dos tomates perita, cuatro locotos con quirquiña de yapa, tres zanahorias, un pimento morrón mediano, tres nabos, unas 20 vainas de arveja, seis papas blancas y una tajada de zapallo. No puedo llevar pepino, lacayote, lechuga suiza, brote de alfalfa y otras verduras que resultan exquisiteces para mi monedero. Pago Bs 9.
Lejos del puesto bien surtido de mi casera me acerco, por vez primera, a una vendedora que está a ras del piso, no sin antes asegurarme de que aquélla no me vea traicionarla. Es algo así como una vendedora de categoría inferior por el hecho de que no tiene un puesto fijo. Pregunto por cosas de un boliviano y, me sorprendo, busca qué darme con enorme amabilidad. “No te preocupes, bien te voy a dar; todo está caro, ¿no?”, me consuela. Puedo llevarme tres plátanos de freír, seis papas khati, unas 20 ocas y una bolsita con verduras picadas. Me ofrece ramitos de perejil o de apio, pero no los acepto pues ya he gastado Bs 13 y me falta fruta y, ¡oh, ilusa!, carne.
Con la fruta no tengo lío. Mi casera de siempre acepta el juego del boliviano y elige un durazno, un kiwi, una manzana chica, dos plátanos, dos naranjitas y dos mandarinitas. Listo. Bs 19. ¿Qué carne buscar con un peso?
Las carnes las compro hace años en el supermercado. Por eso, no tengo caseras en el Kollasuyo. Resignada al vegetarianismo, salgo del mercado y de pronto me animo a acercarme a una antigua casera, aquella que le vendía a mi mamá y con quien siempre nos saludamos atentamente. Siento que empequeñezco cuando le pregunto con la voz más dulce posible: “Case, ¿qué me puedes dar por un boliviano?”. “¿Un boliviano?, dos patas y un cuello de pollo”, me dice como disculpándose. “Me llevo”, le digo y ella reacciona: “Tanto tiempo te conozco, caserita, llévate esto más”, me entrega el cuello con la cabeza picuda incluida.
Bs 20 clavados. No sé si reír o llorar.
El Alto
Si una no lo pide, en El Alto, donde se dice que todo es más barato, no se vende “nada” en “un pesito”. Es martes por la mañana y en el mercado Santos Mamani, ubicado en la zona 16 de Julio, donde me dispongo a hacer las compras del día. Allí hay de todo: frutas, verduras, carnes y flores, entre otros insumos, aunque no cerca de la mitad de los puestos están cerrados. “El fin de semana es cuando hay más movimiento”, me dice la joven que me atiende desde su puesto de verduras. Es menos tímida que las demás vendedoras, pero al igual que las otras se rehúsa a dar su nombre.
Zanahoria, vainitas, nabos, arvejas habas y betarragas, entre otras verduras, están acomodadas en montones que cuestan dos bolivianos. “Y si quisiera un pesito de arvejas”, le pregunto. La joven me mira y se ríe. “Ya no hay nada a un pesito. Hace como dos años que los montoncitos de verdura han subido a dos pesos”, me aclara. No son montones pequeños, eso sí, lo que me anima a hacer mis compras en su puesto. Tengo 20 bolivianos en el bolsillo. Quiero saber qué me puedo llevar por ese monto, que es en promedio el que los alteños invierten al día para vivir, según estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Con 15 bolivianos tengo una libra de zapallo (Bs 2); menos de media libra de vainitas (Bs 2), una libra de zanahoria (Bs 2), un montoncito de espinaca (Bs 2), una lechuga mediana (Bs 2), una libra de tomate (Bs 3) con tres locotos y un ramito de quirquiña, cortesía de la casera, y un montoncito de arveja (Bs 2). Una vez hecha la compra me dirijo al sector de carnes. Doña María es la primera vendedora de la sección, ella y comercializa carne de pollo. Me acerco a su puesto para ver qué me puede dar con los últimos cinco bolivianos que me quedan.
“¿Por cinco?”, me dice. “No te alcanza para mucho; el kilo de pollo está a 14 bolivianos”, agrega un poco angustiada, como si la casera no quisiera que me vaya con las manos vacías. “Te puedo dar un kilo de cuellitos y mollejas, pero a seis bolivianos. Muchos se llevan así para su sopa”, me dice. ¡Listo! Tengo tres cuellos y cuatro mollejas que se irán directo a la olla.
He gastado 21 bolivianos. Es decir, me he excedido del presupuesto y eso que no estoy considerando el transporte. ¿Cómo hará la gente para sobrevivir?
La otra opción, para evitarse el mercado y la posterior cocinada, es optar por la variada oferta de almuerzos que se venden en esta ciudad. De hecho, al salir del mercado Santos Mamani el olorcito de un ají de fideo llama mi atención y con justa razón, pues Julieta oferta en su puesto unos platillos medianos de un suculento guiso de fideo acompañado de una silpancho o un huevo frito todo por Bs 3.50. También oferta refresco de orejón, a Bs 2 el vaso. De hambre no moriría si fuera una persona sola, pero tengo más comensales en casa por lo que me toca hacer el mercado y apelar a que las caseritas me yapen verduritas o hierbas aromáticas.
La experta en economía Beatriz Muriel explica que en El Alto el costo de vida es mucho más barato que en La Paz. Señala, basándose en datos del Instituto Nacional de Estadística, que una persona que vive en esa ciudad vecina de La Paz necesita aproximadamente 510 bolivianos para pasar el mes, es decir con aproximadamente con 17 bolivianos o quizá un poco más al día.
Lo que he comprado me alcanzará para unos dos o tres días, porque mi familia es de sólo dos miembros. Para más, impensable. Porque hay que pensar en el pan, la fruta, la leche, el alquiler...
El mercado Santos Mamani es uno de los 36 comercios minoristas de El Alto, donde la oferta es relativamente más barata. Sin embargo, si uno busca un precio todavía menor, siempre se puede ir a cualquiera de los tres mercados mayoristas, donde desembarcan los productores de carnes, verduras y frutas o quienes importan abarrotes que revenden al por mayor. “Si aquí vendemos a Bs 2 la libra de zanahoria, allá la encuentras a Bs 1”, me explica la casera de verduras. Quizás allí le saque más provecho a mis 17 o 20 bolivianos diarios.
Monedas para rodar por las ciudades
Rocío Recalde / Santa Cruz
Casi toda la ciudad lo hace por necesidad, pero yo hoy me subo al micro de la línea 52 por curiosidad. La verdad sea dicha, llevo casi siete años viviendo en Santa Cruz y si he tomado micro unas 10 veces durante mi estadía acá, es mucho. Soy lo que dicen una burguesa urbana. Pero hoy decido ir hasta las entrañas del Plan 3000, es decir cruzar la urbe anillada a partir de las seis cuadras que me separan de la plaza principal 24 de Septiembre.
Como toda persona que desconoce las rutas de transporte urbano, por dónde pasa tal o cual línea, he averiguado antes de decidirme por alguna. En Santa Cruz, si le preguntas a cualquier persona local por las rutas de los micros, todos te recomendarán alguna. Eso dice mucho de los ciudadanos “de a pie”, tomando en cuenta que son más de 120 líneas de microbuses que recorren las principales rutas de la ciudad. Eso es nada más y nada menos que 7.200 micros, que en su mayoría no cumplen las inspecciones técnicas ni los requisitos mínimos que cualquier población urbana de más de un milón y medio de habitantes, requeriría. Pero, como dicen, es lo que hay y la gente que necesita movilizarse gastando lo mínimo posible, lo toma, pues dejarlo no puede. Mayor información al respecto, se puede encontrar en el reciente estudio "Apropiación del Territorio Urbano: El Transporte público urbano y los desafíos de la modernización" del PIEB y en este video que condensa la situación de la urbe cruceña.
¿Cómo llego al Plan 3000 casera?, le pregunto a la casera que vende maní en la esquina de mi calle. ¿Dónde quieres ir?, me responde. Hasta el final, contesto decidida sin saber bien dónde quiero llegar. Me recomienda que tome la línea 52 que pasa por la calle Ballivián. Me queda cerca, sólo debo caminar una cuadra. Preparo mis dos bolivianos para el viaje.
El sistema de transporte público en Santa Cruz ha sido diseñado para conectar los nodos de concentración, léase los mercados populares de mayor consumo: La Ramada con 67 líneas, seguido por el mercado Los Pozos con 49 y El Abasto con 40 líneas (Fuente: Datos extraídos del Plano de la Ciudad de Santa Cruz y las Rutas de las Líneas de Microbuses).
Para los que conocen Santa Cruz, saben que la ciudad ha sido planificada por anillos. El centro y el Casco viejo se encuentran dentro del primero, con la plaza 24 de Septiembre en medio, desde donde salen algunas de las calles y avenidas tradicionales de antaño, que la conectan con el primer anillo, el segundo, el tercero y así sucesivamente. En ciertas zonas de la ciudad, los anillos no están completos y las radiales que los cruzan se multiplican, mientras que en otras los anillos llegan hasta el décimo. Con el crecimiento desmedido de las últimas décadas, casi siempre acompañado de una ampliación de la mancha urbana, la ciudad se ha extendido de manera desordenada y desprovista de servicios básicos en muchos distritos. El actual límite urbano vigente (2003) es de 38,596 hectáreas. Sin embargo, se habla de una posible nueva ampliación mediante Ley, de una cifra entre 48,000 y 58,000 hectáreas. Para ponerlo en perspectiva, ese radio urbano es similar al de Madrid, con una cuarta parte de sus habitantes.
A esto, se debe sumar que la ciudad no sólo está recorrida en sus radiales y anillos por microbuses (en los que se paga Bs. 2 el pasaje de adulto, Bs. 1 el universitario y 0,50 el infantil), también congestionan el ya caótico tráfico vehicular los trufis (Bs. 3) y los taxis libres (cuyas tarifas varían desde Bs. 5 hasta Bs. 30, dependiendo de la distancia) y los radio taxis de empresas privadas que cobran por las carreras desde Bs 8 (en el centro), Bs. 20 (hasta el segundo anillo) o la tradicional tarifa de Bs. 60 por llegar al aeropuerto de Viru Viru.
Pero no todo termina ahí, en los barrios donde no llegan ya las rutas de micro, se mantiene una tradición propia de las ciudades de los llanos. El mototaxi, servicio libre pero sindicalizado, diseñado para las zonas alejadas de las rutas de los micros (sí, nuevamente la mancha urbana). La tarifa de este servicio en la mayoría de las zonas es de Bs. 5 y como cuenta el viejo chiste, el precio varía si quiere o no el palo para ahuyentar a los perros.
Me subo al micro y pago, no hay mucha gente, es una mañana de esas húmedas y heladas que caracterizan el invierno cruceño. Pero no llueve. Veo cómo el bus para sin mucho orden donde lo pide un pasajero que baja o sube. Es indistinto, la idea es llegar a marcar la tarjeta en el siguiente puesto de control, si no se cumple con cierta cantidad de sellos en la tarjeta del día, hay descuentos. Razón por la cual se ve a micros cruzar como bólidos las céntricas calles para llegar a su punto de control.
Los datos que maneja la Dirección de Tráfico y Transporte muestran, por ejemplo, que existen más de 120 líneas de micros que obligan al usuario a utilizar más de un pasaje para llegar a su destino. Lo que en La Paz se conoce como “tramaje”. Según la información, casi un millón de personas en Santa Cruz son transportadas por este servicio con unos 2 millones y medio de pasajes por día. Un estudio sobre el tema transporte público en Santa Cruz, indica que un solo conductor cubre por lo menos 17 horas de servicio, si el horario es de 5:30 a 22:30, lo que ocasiona problemas de cansancio, fatiga e inseguridad.
El chofer que me toca hoy parece animado a conversar. Se llama Néstor, viene de Cochabamba; me comenta que el micro no es suyo y que se queda con el 12% de las ganancias del día, el resto es para el dueño y para el sindicato.
Afuera el paisaje va cambiando. El micro sale del primer anillo y llega a la terminal Bimodal, la Av. Brasil parece más congestionada que de costumbre, pues es un miércoles de feria. Cerca de tal feria ya no sólo suben personas, suben éstas cargadas de bultos del tamaño de una persona y compras de mercado. Noto que el chofer ignora a los niños que le hacen señas para que pare; no me animo a preguntarle por qué, pero ante la reiterada actitud asumo que tiene que ver con el costo del pasaje y al hecho de que muchos de ellos se sientan unos sobre otros para abaratar el pasaje de vuelta a casa.
De la Av. 3 Pasos al Frente pasamos a la Av. Che Guevara, todo rumbo al Plan 3000, hasta llegar a la rotonda de ingreso. El mercado se asienta sin mucho orden sobre la misma y eso hace que el chofer haga malabares para sortear baches dejados por la lluvia de ayer y personas que cruzan sin fijarse.
Ya en la Av. 16 de Julio que atraviesa esta populosa ciudadela, cuna de migrantes y cruceños por igual, llegamos al barrio Johnny Fernández y luego al barrio Primavera. De más está decir que las condiciones de las calles difieren enormemente de las de la ciudad pujante y moderna, como se pinta a Santa Cruz. A todo esto ya es pasado el mediodía y le pregunto al chofer dónde tiene planeado almorzar. Me contesta que en la parada final del barrio Cupesí Terrado, donde puede tomar un buen almuerzo por Bs 5.
Desciendo del bus junto al último pasajero. Decido hacer hora hasta tomar el siguiente micro, igual de la línea 52, que me llevará por el mismo recorrido de vuelta al centro. Pregunto a uno de los que espera conmigo cuál es la parada final de la línea 52 al regreso. Me explica que llega hasta el quinto anillo, a la altura de la Universidad Evangélica Boliviana. Eso es La Cuchilla, respondo asombrada, al otro extremo de la ciudad. Asiente y yo no puedo creer que todo eso no sea sino por Bs 2.
El transporte urbano en la Llajta
Me pregunto cómo será tomar un micro en Cochabamba. Nunca lo he hecho. Al indagar sobre los precios, salta a la vista que de las ciudades del eje troncal, Cochabamba es la más barata en cuanto a transporte urbano. El pasaje para las personas de manera general es de 1,90, 0.50 para estudiantes, 0,80 para universitarios y 1,50 para personas de la tercera edad.
En cuanto a taxis, en el centro de la ciudad cobran entre 7 y 8 bolivianos a una sola persona, del centro hacia donde empieza el sur o el norte unos 10 bolivianos y desde ese punto puede subir a Bs. 12 o 25, dependiendo de la distancia y las características del camino (si es subida o todo es plano). Interesante recibir este dato. ¿Quién podría imaginar que la tarifa depende de las subidas y bajadas! ¿Cómo será en La Paz?, se me viene la idea de inmediato.
Entre minibuses y Puma Kataris
De la Ceja de El Alto al centro de La Paz (plaza Isabel la Católica), hay minibuses que cobran un boliviano en horas de la noche. Hay tantos minubuses pugnando por pasajeros en la Ceja, que una forma de atraerlos es que el ayudante grite “un boliviano”. Apenas se llena, no importa si está detrás de una masa de vehículos con el mismo afán, se abrirá paso como pueda para bajar a “la ciudad”, como se sigue llamando a La Paz, como si El Alto no fuese también ciudad hace ya cuarto de siglo. Antes, cuando había “remate”, esto de un boliviano regía para todos los minibuses, incluso los que hacen servicio de y hacia la zona Sur de La Paz en horas de escaso movimiento de pasajeros. Esto ha desaparecido, pero en El Alto se mantiene. Allí, además, el pasaje oficial, dentro de la urbe, es de Bs 1. Los vecinos no quieren ni oír de subir el pasaje a Bs. 1,50, como rige en La Paz. La respuesta de los transportistas públicos es el “tramaje”: hacen recorridos no completos, de parada inicial a parada final, sino por tramos que establecen a capricho. Cobran un boliviano, pero si una persona necesita ir más allá del tramo, pues gastará Bs. 2 o más.
El transporte en micro por el centro de La Paz cuesta un boliviano. Sólo por el centro. Más allá, ya hay que pagar Bs. 1,20.
En los nuevos buses Puma Katari, de transporte municipal, los estudiantes de colegio, hasta los 18 años, y la gente de la tercera edad, viajan por un boliviano. El pasaje para el resto es de Bs. 1,80.
El trufi (taxi de recorrido fijo) cuesta Bs. 3, el taxi (que tomas solo, pero que otros pasajeros pueden tomar también si el chofer considera que llevan la misma ruta) debería cobrar Bs. 3 por tramos cortos, pero el caos es total en este caso: Bs 4, 5, 8, etc. El radiotaxi (que puedes llamar o tomar en la calle como exclusivo para ti) tiene la tarifa base de Bs. 8 y de allí sálvese quien pueda.