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El dengue se expande a causa del cambio climático, urge combatirlo con mejoras en el sistema de salud y mayor prevención
Papa en carpa solar, una innovación contra la helada y la sequía en el altiplano de La Paz
Los cultivos de la aromática quillquiña perecieron en la última helada que afectó a la comunidad Cuno Cuno en junio. Lo mismo paso con la lechuga, vainitas, perejil y acelga que crecían en las carpas solares de la familia de agricultores Quispe Álvarez.
Cuno Cuno es una de las 36 comunidades del municipio de Calamarca, población ubicada a 56 kilómetros de la sede de gobierno, impactada por las heladas y las sequías situación que motivó a Germán Quispe a probar nuevas técnicas para producir papa con mayor rendimiento.
Su curiosidad de saber cómo sería la producción de papa en un ambiente atemperado, lo cual no es usual, lo llevó a experimentar con la variedad huaycha, que tiene alta demanda en las ciudades de La Paz y El Alto. El resultado: papas producidas en menor tiempo y con menos riego.
“Usamos riego por inundación y hemos tenido buenos resultados: papas de buen tamaño, peso y buen sabor”, afirma Germán Quispe. Las ha consumido con su familia y siente que esas papas eran más dulces y arenosas.
Para él la única diferencia importantes es que produjeron esa papa en menor tiempo. En tres meses y medio ya pudo cosecharla, mientras que en campo abierto tiene que esperar un mes más.
El rendimiento por surco fue de más de un quintal de papa. Eso en época de sequía es una alternativa para la familia, la comunidad y otras asociaciones, que podrían implementar a gran escala en los siguientes años, resalta Quispe.
“Les ha resultado bastante bien. Una de las carpas, por ejemplo, hemos hecho cálculos, ha producido casi 30 toneladas por hectárea. Han ingeniado una serie de manejos de la carpa, por ejemplo, para que no haya mucho calor han abierto las ventanas y las puertas regularmente. Así evitaron que crezca el follaje”, cuenta Fredy Villagómez, director de CIPCA Altiplano.
Cuando está completamente cerrada la carpa la temperatura llega hasta los 40 grados Celsius. En esa situación tienen que abrir las ventanas, aunque eso no es necesario en invierno.
La ONG CIPCA ha acompañado este proceso de experimentación de algunos productores de Calamarca como la familia Quispe Álvarez. Ha evidenciado rendimientos altos, más de 33 toneladas por hectárea, afirma Orlando Ticona Flores, responsable de la Unidad de Desarrollo Territorial de CIPCA Regional Altiplano, quién realizó un análisis comparativo de los rendimientos a campo abierto y en carpas solares.
Con la implementación de la Propuesta Económica Productiva (PEP) de CIPCA, que plantea una agricultura sostenible con manejo agroecológico, evidenciaron rendimientos altos en superficies considerables llegando al promedio en el Altiplano de La Paz y Oruro de 18 toneladas por hectárea en los municipios San Pedro de Totora, San Andrés de Machaca, Taraco, Calamarca y Colquencha.
Bolivia en la actualidad produce papa con un rendimiento de 7 toneladas por hectárea. El gobierno tiene la meta de duplicar la productividad y alcanzar un promedio de 15 toneladas por hectárea y exportar hasta 2025.
La rentabilidad versus la necesidad
A inicios de este año, la sequía impactó la producción de papa, tanto que por su escasez el precio de la arroba subió de cuarenta bolivianos a ochenta e incluso a cien bolivianos. En ese contexto, era rentable producir la papa en carpa y vender la arroba en ochenta bolivianos.
Para Quispe, la rentabilidad está en vender la arroba de papa en ochenta bolivianos, pero habitualmente el costo en el mercado es de cuarenta bolivianos. A ese precio, dice que le conviene más producir lechuga, no papa.
Villagoméz considera que se debe hacer un estudio más detallado de los resultados obtenidos, para ver cómo continuar, si puede ser viable para ampliar la producción o si solo sería para casos de emergencia, cuando hay mucha sequía.
Para Orlando Ticona, la producción en carpas solares se convierte en una alternativa real porque quintuplica la productividad por superficie de La Paz y existen otros factores favorables como la reducción del periodo del cultivo a 3,5 meses lo que permitiría realizar hasta tres cosechas por año.
Pérdida económica por eventos climáticos adversos
Las sequías, heladas, inundaciones, principalmente han afectado a las comunidades de Calamarca en el último lustro. Tanto que en 2018 se promulgó la Ley Municipal de Gestión de Riesgo Agropecuario para enfrentar los impactos atribuidos al cambio climático.
A nivel nacional, en el verano 2022-2023, la sequía afectó a más de 140 mil familias productoras de todo país y a cerca de 190 mil hectáreas de cultivos, según el ministerio de Desarrollo Rural y Tierras.
En Calamarca, las lluvias no comenzaron en septiembre sino en noviembre de 2022 y fueron discontinuas. “Tres semanas sin lluvia, luego llovía fuerte y otras dos semanas nada”, rememora Germán Quispe.
Pero no ha sido la sequía sino la helada la que ha golpeado este año la producción de la familia Quispe Álvarez. En la visita que realizó La Pública el 14 de junio a la comunidad Cuno Cuno, se evidenció la gravedad de la afectación. En una de las carpas solares se pueden ver hileras de lechugas florecidas cuyas hojas tienen una mezcla de color amarillo tenue con manchas marrón. Están quemadas por la helada.
Un panorama similar se observa en la carpa de las acelgas. Hace un mes que no están cosechando. Esto les representa unos mil bolivianos de pérdida mensual. Junto a la acelga, perdieron repollo y vainitas. “Cada domingo, media arroba de vainitas llevábamos para vender”, remarca Quispe. Y cada semana vendían 100 amarros de acelga.
“En esta carpa hemos perdido como unos dos mil bolivianos (285 dólares, aproximadamente)”, explica Gladys Aroata. Ella hace un recuento a detalle de las pérdidas. Habitualmente venden sus productos los jueves y domingos en la ciudad de El Alto, hasta antes de la helada sacaban a la venta 80 amarros de apio, 60 de perejil, cilantro y quillquiña. Estas plantas son demandadas para el chairo y el fricasé, por ejemplo.
En el caso de la quillquiña en un área de dos metros cuadrados de producción tenían una venta de 100 bolivianos semanales, vendiendo amarros de un boliviano. Ahora solo hay hojas secas y amarillentas. Hasta la raíz se ha quemado con la helada. La temperatura llega a menos 12 grados Celsius en estas ocasiones.
El impacto abarcó también a las lechugas que se extienden a lo largo de una de las carpas. No han sido removidas porque deben mantener la humedad de la carpa para que no se deteriore. Para agosto preparan la nueva siembra escalonada.
En el caso del perejil vendían de diez en diez los amarros a sus caseros de la ciudad de La Paz. “Me preocupan los caseros que hemos perdido, los que compraban hasta 30 amarros. Se van a ir a otro lado a comprar. Volver a empezar es difícil”, lamenta Gladys Aroata.
La sequía es otro problema. “Desde febrero dejó de llover y el agua poco a poco ha bajado. En otros años, nevada caía, de eso salía agua”, dice Aroata, a quien le preocupa que sus vecinos no tengan agua para el riego y se estén secando la producción de sus carpas solares.
Gladys Aroata muestra el estado en que quedaron las lechugas y otros cultivos tras la helada de junio. Foto: Miriam Jemio
Una malla contra las heladas
En una de las carpas solares se ven hileras de lechugas en pleno crecimiento. Tienen dos semanas y para el día de la visita tenían planificado realizar el deshierbe. Las 1.500 lechugas crespas serán cosechas a fines de agosto. “Hay deshierbar para que no le quite los nutrientes. En un día lo hacemos. Es un trabajo sencillo”.
Las lechugas están cubiertas por una tela blanca. Es una malla “antihelada”, dice Quispe, a quien le parece que “es una buena inversión pagar un boliviano por el metro”.
“La helada es terrible, ha quemado el pepino, el tomate y la arveja. La carpa solar no controla el frío, si afuera estamos a menos diez grados Celsius aquí adentro estamos a menos ocho grados Celsius. Con la malla antihelada logramos controlar y se puede estar aquí adentro a menos cinco grados”.
Estamos pensando introducir la papa con la malla antihelada y vamos a ver cómo nos va, adelanta sus planes de experimentación.
“Este año fuerte afectó la helada. No conocíamos esa malla, si hubiéramos conocido antes no nos habría afectado”, dice Gladys Aroata en mención a sus cultivos perdidos.
Germán Quispe muestra la malla antihelada en su cultivo de lechugas. Foto: Miriam Jemio
La producción agrícola continua
La cebolla que producen es la arequipeña. La siembran en toda la provincia Aroma, donde está Calamarca. Está en pleno crecimiento. Estará lista para la cosecha en septiembre.
“La moradita, la más común, es la más demandada en el mercado”, afirma Quispe. Tardan tres meses y medio en estar listas para la cosecha, en ese tiempo al menos tres veces se tiene que deshierbar y requiere riego semanal por inundación. Es una especie resistente a la helada. “En campo abierto resiste, pero no desarrolla bien. Va a estar sufriendo hasta que pase la helada y recién va crecer”.
Piensan introducir otras variedades de acelgas porque hay demanda de la morada. “Incluso hemos producido acelgas aromáticas, pero no compraban y ahora están empezando a buscar”. También producirán col rizada, col china, nabo gigante.
La familia Quispe Álvarez ya se están preparando para realizar una siembra escalonada en las seis carpas, cada semana un producto para que la cosecha no sea simultánea, eso les permite contar con diferentes productos para vender en el mercado.
Eso está programado para finales de agosto, porque la temperatura va a empezar a subir. Por ahora, Gladys, Germán y su hermana están a cargo de la producción en las seis carpas, porque Franklin Quispe - papá de Germán- es el actual mallku, la máxima autoridad de la comunidad Cuno Cuno. Germán ya cumplió con ese deber en 2022. Las autoridades comunales tienen un año de gestión.
Van a privilegiar la producción de lechuga es el producto que más rápido sale, entre 35 a 40 días, y les da mejores ganancias. Venden a un boliviano cada lechuga, de las 1.500 que plantaron obtendrán 1.500 bolivianos.
También han proyectado producir cebolla, zanahoria y forraje en campo abierto desde agosto.
La cosecha de agua surge como opción
Cuando llueve o cae una nevada, los comunarios captan esas aguas para el riego. Usan una motobomba para llevar desde una vertiente agua a los tanques desde donde circula por las cañerías instaladas a lo largo del campo.
El pozo de agua de esta familia tiene una profundidad cuatro y medio metros y una capacidad para almacenar entre cinco a mil a seis mil litros, que se recargan en cuatro horas con la ayuda de una motobomba. “Alcanza tranquilamente para el riego. Nos costó unos cinco mil bolivianos, pero tiene beneficios”, dice Quispe.
La familia Quispe Álvarez tiene uno de los pozos más grandes de la comunidad, a los demás comunarios les alcanza solo para su consumo familiar no para el riego.
Los meteorólogos predijeron que, a nivel mundial, entre 2023 y 2026 se presentará uno de los años más calurosos desde que se tienen registros. Este año habrá un incremento del calor por la presencia del fenómeno de El Niño. A mayor calor mayor probabilidad de sequías.
“Si es así estaríamos perjudicados -dice Quispe-. Estamos viendo la posibilidad de captar proyectos de la cosecha de agua. recolección de agua de la lluvia, perforación de pozos estamos en esos proyectos como asociación como familia, como comunidad estamos viendo esa posibilidad”.
Actualmente, han instalado el riego por goteo en el 50% de sus carpas solares, lo que proyectan es hacerlo en el 100 %. “Tenemos que implementar en toda la infraestructura de las carpas solares, debido a que no sabemos si en los siguientes años va a seguir lloviendo o si va a empeorar la situación”, remarca Quispe.
Adelanta que buscarán alternativas para que estas zonas sigan siendo productivas, “porque de otra forma vamos a ser obligados a migrar a la ciudad. Es una preocupación, pero estamos con las ganas de seguir buscado soluciones”, dice.
Para Gladys Arota, la solución está en la cosecha de agua. Van a colocar canaletas en el techo de las carpas solares y sembrar agua. Es lo que han determinado del intercambio de experiencia que han hecho en Cochabamba, Sucre, Potosí, donde los agricultores también están sufriendo por la falta de agua.
Aroata lamenta que desde hacer tres a cuatro años no hay agua para sembrar a campo abierto. “En enero y febrero llueve mucho y el agua está corriendo. Tenemos que cosechar esa agua”, remarca.
Esto lo podrán lograr con el apoyo de alguna institución que pondrá la geomembrana para impermeabilizar el suelo y la mano de obra la podrán los agricultores. “Con ese apoyo vamos a poder salir de estas sequías que está afectando a todos los productores”, dice la agricultora.
Una de las dificultades centrales es que hay menos agua para producir alimentos en campo abierto y en carpas solares, pero también para la producción ganadera, dice el director de CIPCA Altiplano. Cita como ejemplo el que este año hay menos forraje lo que lleva a la gente a vender sus bovinos o sus llamas porque no va a alcanzar el follaje para alimentarlos.
Por eso están trabajando en varias acciones como la cosecha de agua, la construcción de zanjas de infiltración o la reforestación, que son a largo plazo, no son inmediatos. Se implementa una serie de estrategias para un poco mitigar la escasez de agua que es muy severa en el altiplano.
Una de las mayores fortalezas para mejorar la producción es que tanto las familias productoras de hortalizas de Calamarca y de la asociación se reúnen y cuenta sus experiencias. Por ejemplo, recién conocieron los beneficios de la malla antihelada. Quispe ha invertido ya 200 bolivianos en esa malla y piensa comprar para todas sus carpas, al igual que las seis familias de esa comunidad que producen en carpas solares.
Quispe comenzó a introducir mejoras a su producción en 2016. Con el apoyo de un proyecto construyó su primera carpa solar que aún está de pie en su propiedad, es de adobe. Allí introdujo la producción de tomate cherry con éxito, dice. No continúo porque es un producto muy sensible a las bajas temperaturas.
En sus proyectos está producir fruta como durazno, ciruelo, manzana, plátano y frutilla. “Hay que probar todos”, dice entusiasmado, con una sonrisa que no lo abandonó durante toda la visita.
Usan fertilizante que preparan ellos mismos en bidones con el huano de la vaca, le agregan chancaca (un dulce de caña), levadura, suero de la leche de vaca y lo dejan fermentar por uno o dos meses. Esa preparación la aplican a sus cultivos.
“Son nutritivos, hemos hecho la prueba con cebolla y haba en campo abierto, los resultados han sido increíbles con la cebolla a cambio abierto. Las habas tenían dos metros de altura. En noviembre va a ser una belleza”, señala entusiasmado el agricultor de Cuno Cuno.
El sistema de riego le permite bombear agua de una vertiente hasta los tanques y de allí se distribuye el agua por las cañerías a las carpas solares. Foto: Miriam Jemio
Lo que necesitan
Por la experiencia de más de 12 años trabajando en la producción agrícola. Quispe dice que cuando a la comunidad llega un proyecto completamente gratuito las familias no lo cuidan. Prefiere los usar los créditos de fácil acceso no como el SIBOLIVIA, que otorga el Banco de Desarrollo Productivo (BDP), a una tasa anual del 0,5%, porque pide muchos requisitos y hacen esperar más de tres meses.
“Los créditos ayudan a no depende de un gobierno o del municipio. Los gobiernos tienen que trabajar en créditos de más fácil acceso y con un interés del 2 o 3%. Creo que eso estaría bien, devuelves ese dinero con interés, pero trabajando te fortalece la responsabilidad de seguir creciendo”, resalta el agricultor.
A decir de Quispe, la asistencia técnica es necesaria para cuando el productor quiere iniciar. Piensa que los proyectos vienen con técnicos que no saben la realidad por eso prefiere el intercambio de experiencias, como en los que participó en otros departamentos y Perú. “Entonces un productor dice esto me interesa y se lo trae. Incluso lo implementa y mejoramos. Es así como estas tecnologías las hemos traído acá y las hemos mejorado y las vamos a seguir mejorando”, dice.
Quispe reconoce que en todo lo que avanzó contó con el apoyo de ONG como CIPCA y Ayllu. Así también han construido un centro de procesamiento. “Todas las hortalizas que vamos a producir las vamos a procesar ahí. Se va a embolsar y etiquetar y se van a llevar al mercado. Tenemos un convenio firmado con una empresa comercializadora Valle Verde. A ellos les entregamos ahora nuestra producción. En el futuro como asociación tendremos nuestra propia marca”.
Algunas acciones
Una de las dificultades centrales es que hay menos agua para producir alimentos en campo abierto y en carpas solares, pero también para la producción ganadera, dice Fredy Villagómez, investigador y director de CIPCA Altiplano. Cita como ejemplo el que este año hay menos forraje lo que lleva a la gente a vender sus bovinos o sus llamas porque no va a alcanzar el follaje para alimentarlos.
Por eso están trabajando en varias acciones como la cosecha de agua, la construcción de zanjas de infiltración o la reforestación, que son a largo plazo, no son inmediatos. Se implementa una serie de estrategias para un poco mitigar la escasez de agua que es muy severa en el altiplano.
El investigador de la Fundación Proinpa, Miguel Barrantes, señala que hay varios colegas suyos que están probando nuevas formas de producción. Conoce que en Tihuanacu hay una carpa de más de media hectárea donde se trabaja con tractores y que están produciendo dos veces al año papa.
“Las carpas solares sí es una respuesta porque puedes optimizar el agua, puedes optimizar nutrientes y además puede sacar dos tres veces la producción en un año”, señala Barrantes.
El investigador de la Fundación Proinpa presentó en el congreso de Cambio Climático realizado en junio en La Paz, el proyecto “Jatun Puka una alternativa para la adaptación al cambio climático y la producción”. El cual busca generar alternativas para la adaptación al cambio climático y la producción de papa en el altiplano.
El resultado de la investigación muestra que en el altiplano es posible elevar la productividad con la introducción de la variedad de papa peruana Jatun Puka, usada para papa frita por su tamaño grande, sin ojos, fácil pelado, piel delgada y lisa.
Los resultados muestran que se ajusta su ciclo para las siembras tardías, la cosecha adelantada de la Jatun Puka rompe la estacionalidad en el altiplano, lo que permite obtener un mejor precio en el mercado. “Es competitiva en el mercado y tiene gran demanda para la comida rápida”, señala Barrantes.
Reducen el tiempo de crecimiento y tiene un mayor rendimiento. “Si se atrasan las siembras como en 2022, en diciembre se puede sembrar y alcanza a cosechar en febrero, mes en el que se tiene mejor precio por la papa”, explica Barrantes.
Los desafíos sin pausa
Estamos en el mes más seco del año, remarca Willy Rocha, jefe de la Unidad de Meteorología y Climatología del Servicio Nacional de Hidrología y Meteorología (Senahmi). Y según la ONU, julio será el mes más caluroso nunca antes registrado en la historia del mundo desde que se tiene mediciones del clima.
“Estamos con pocas precipitaciones, esto no es muy alentador. Adicionalmente a esto tenemos la condición de El Niño que se está haciendo visible”, dice Rocha.
Lo preocupante es que desde 2019 se ha extendido un periodo largo de sequía hasta 2023. “Son casi cuatro años de condiciones deficitarias continuas, pero este no es un problema solamente a nivel nacional, es un problema a nivel mundial. Uruguay por ejemplo ya no tiene agua potable, en Argentina de igual manera están en estas condiciones. Ha sido bastante largo este último periodo y bueno anteriormente no se ha registrado similar caso. Ha sido continuo desde el 2019”.
Con la confirmación que hizo la Organización Meteorológica Mundial, en la primera semana de julio, sobre la presencia del fenómeno de El Niño a partir del segundo semestre de 2023, se prevé un aumento global de las temperaturas lo que cambiaría las precipitaciones de diferentes puntos del planeta. En Bolivia, principalmente en la ciudad de La Paz, la academia ha alertado de una posible escasez de agua similar a la sufrida en 2016.
En tanto, la familia Quispe Álvarez no para con sus proyecciones, van a construir dos carpas más y cosechar agua. “Cada carpa te da en promedio 800 bolivianos al mes, con 10 carpas tienes ocho mil bolivianos al mes. Es mejor”, dice seguro Germán Quispe.
*Este informe ha sido redactado y elaborado en el marco de un programa de formación periodística impartido por la Fundación Thomson Reuters. El contenido es responsabilidad exclusiva del autor y del editor.
El cambio climático amenaza a las familias de la comunidad Monte Verde
Por José Antonio Orella/Santa Cruz
Año tras año, el cambio climático amenaza los medios de subsistencia de las comunidades indígenas del Territorio Indígenas Monte Verde.
Las heladas que no se registraban antes, la sequía prolongada y los incendios forestales son las mayores amenazas.
En los últimos años, de manera inusual el territorio ha sido afectado por las heladas que en muchos casos ha llevado a perder, casi en su totalidad, las siembras que realizan en las comunidades indígenas.
Su bosque, cada año, es amenazado por los incendios forestales, quema por terceros, así como avasallamientos. Entre 2019 y 2021, se quemaron más 390 mil hectáreas de bosque en el Territorio Indígena Monte Verde. En 2022, 38 mil hectáreas de bosques quemado, los cusis y los copaibo se quemaron
Buscan adaptarse a la nueva situación, volviendo a prácticas aprendidas de sus abuelos. Como la recolección del cusi para elaborar aceite, practicando los sistemas agroforestales para proteger su bosque.
La Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Monteverde, está ubicada en el Departamento de Santa Cruz, en la Provincia Ñuflo de Chávez, 400 kilómetros al Noroeste de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
Su territorio es de 947.440 hectáreas, superficie mayor a la de Puerto Rico, es una de las TCO más grandes de Bolivia, tiene un gran valor forestal, ya que casi en su totalidad, está cubierta de bosques.
Este vasto territorio abarca parte de la jurisdicción de tres municipios: Concepción, San Javier y Guarayos. En la TCO Monte Verde residen 128 comunidades, con aproximadamente 10.000 habitantes. Las comunidades chiquitanas se concentran en el Sur de la TCO, e incluso algunas están fuera del mismo.
En Retamani, los agricultores producen todo el año con el agua del glaciar Mururata
Picota en mano, Alejandra Mamani golpea la tierra y la arrastra atrás, hacia sus pies, una y otra vez. Cuando se detiene, con una mano saca de entre la tierra las cabezas rojas de cebolla.
Es tiempo de cosecha. El tercer sábado de noviembre, ella recogió también habas y arvejas, para vender a los visitantes que llegaron a su comunidad como parte de la actividad agroturística que realiza con la Red Polinizar.
Alejandra Mamani revisa las cebollas que acaba de cosechar y que luego vendrá en la ciudad de La Paz.
A Mamani le toca regar sus sembradíos los miércoles. Lo hace por inundación con el agua que corre por los tubos que se extienden a lo largo de su parcela. Hace cinco años, a través de un proyecto, financiado por una ONG y el municipio, en algunas comunidades de Palca se instaló un sistema de riego.
Retamani fue una de las beneficiadas, ahora las familias agricultoras tienen días determinados para regar sus cultivos. A pesar de esa limitación y lo costoso de ese sistema de riego, David Quispe, esposo de Alejandra, se siente satisfecho con su producción agrícola.
Los pobladores de Retamani tienen garantizada la provisión de agua, pero deben respetar un cronograma para usarla en sus cultivos.
Durante nuestra visita, cosechó papa para usarla en la preparación del almuerzo que sirvieron a sus ocasionales visitantes. Antes de cocinarlas, las lavó con el agua cristalina que llega hasta su vivienda, gracias a su sistema de riego.
Retamani es una de las 69 comunidades que componen los tres distritos rurales del Municipio de Palca, ubicado a dos horas en auto de la plaza Murillo de La Paz. Su principal actividad productiva es la agricultura, le siguen la ganadería y la minería. Esta última es rechazada en algunas comunidades porque contamina sus fuentes de agua.
Retamani tiene 398 hectáreas de superficie. Es tierra fértil. Alejandra Mamani, con una sola toma de aire, nos cuenta que, además del ganado vacuno, producen arveja, haba, maíz, cebolla, papa, cebada. “Todo producimos. Fruta también: manzana, tuna, durazno, pera”, complementa.
– ¿Y de dónde viene el agua con la que riegan sus cultivos?
- Directo baja del Mururata, responde Alejandra.
2060, ¿el punto crítico para el glaciar Mururata?
El Mururata es un glaciar ubicado en la Cordillera de Los Andes, está muy cercano al Illimani. Se está derritiendo más rápido que hace tres décadas, al igual que los otros que están en la misma cordillera. Según científicos bolivianos y extranjeros, es víctima del calentamiento global.
El glaciólogo Edson Ramírez, investigador de la Universidad Mayor de San Andrés, estima que los glaciares como el Illimani, Wayna Potosí, Tuni-Condoriri, Mururata y Sajama, han perdido un promedio del 40% de su cobertura de nieve en los últimos 30 años debido al incremento de la temperatura.
El cambio climático avanza y el Mururata podría perder su cobertura glaciar en 2061.
El estudio “Deshielo del nevado Mururata y su impacto sobre los recursos hídricos de la cuenca de Palca”, realizado por Ramírez en 2008, establece que tuvo un retroceso generalizado en el último medio siglo del 20,13% de su superficie.
En la conclusión de su estudio, el glaciólogo Ramírez señala que: “el hecho de que la superficie del nevado por encima de los 5.300 metros es todavía significativa, muestra que el nevado Mururata, si bien experimentará en la próxima décadas retroceso de sus frentes glaciares, éno desaparecerá”.
Este año, tras un análisis multitemporal hecho con imágenes del satélite Landsat, Jerzon Quisbert Parra, investigador de la carrera de Topografía y Geodesia de la Universidad Mayor de San Andrés, afirmó que hasta el año 2061 la cobertura glaciar del nevado de Mururata podría perderse totalmente.
El experto analizó el comportamiento glaciar a través de la obtención de imágenes Landsat de los años 1988, 1993, 1998, 2003, 2008, 2014 y 2018. La investigación tuvo como herramientas a la Teledetección y Sistemas de Información Geográfica (SIG), con las que se obtuvo información cuantitativa y grafica del análisis multitemporal.
El Mururata cuenta con una altitud de 5.750 metros sobre el nivel del mar y la distribución espacial del glaciar es la siguiente: Yanacachi con un 57%, Palca con un 22%, e Irupana con un 21%.
Según el estudio, el área glaciar perteneciente al municipio de Irupana fue el más afectado, con una pérdida del 60,5%, en el municipio de Palca fue el segundo más afectado perdiendo 44,8% de su área glaciar y, por último, el municipio de Yanacachi con 25,6% de pérdida glaciar.
El periodo de mayor pérdida glaciar ocurrió a finales del siglo XX y a inicios del siglo XXI, según Quisbert.
Adaptación, represas y cosecha de agua
El agricultor David Quispe ha percibido que en Retamani, donde tiene sus cultivos, hay más agua que antes. Cree que es porque el Mururata se está derritiendo “más que antes”.
“Hay épocas en que mucha agua suelta, más que todo cuando hace mucho calor”, explica. Sabe que el cambio climático es el problema. A él, como a otras familias de su comunidad, ya les han hecho conocer que el glaciar está desapareciendo.
Los pobladores han buscado las mejores alternativas para aprovechar el agua que llega del Mururata en sus cultivos.
Para Quispe una alternativa es construir pequeñas represas para colectar el agua de la lluvia.
Su vecina Dora Tola Pugro, de la comunidad Choquecota, donde el agua del Mururata llega sin pausa porque está ubicada en las faldas de ese cerro, piensa que “de aquí a 10 años, se va a perder esa agua”.
“Nosotros, en el municipio, pensamos hacer unas represas para captar el agua de la lluvia. Eso es para harta plata, estamos buscando proyectos de la Gobernación (de La Paz)”, dice contundente.
Consultamos al ministro de Medio Ambiente, Juan Santos Cruz, sobre la estrategia o plan de adaptación al cambio climático del gobierno, respondió que si hay un plan que se está ejecutando.
“Tenemos varios ejes. El cambio climático está generando eventos climáticos en diferentes regiones del país durante el año. En el oriente del país, tenemos época fuerte de sequías e incendios que ya hemos controlado con Defensa Civil”, aseguró.
En tanto en la región andina, “las sequías y la granizada provocan desastres que perjudican la producción agrícola”. “Estamos iniciando una época de intensas lluvias, se vienen las inundaciones, pero vamos anticiparnos de manera responsable”, dijo.
Cinco municipios paceños sin plan frente al cambio climático
Cinco municipios de la metrópoli del departamento paceño son vulnerables, en diferentes niveles, a las sequías, inundaciones por efecto de las lluvias, heladas, entre otros. Achocalla, Mecapaca y Palca aseguran que incluirán su plan contra el cambio climático en sus PTDIs en 2022. Mientras El Alto implementó su plan 2021, La Paz tiene uno hasta el 2026 que apunta más a la mitigación.
Después del boom, el mercado de la quinua desafía a La Niña y a la globalización
Vidal perfora la tierra entre rocas oscuras con una herramienta puntiaguda, llamada taquisa, hasta encontrar un poco de humedad que se evapora a los pocos segundos de estar expuesta al sol. Rápidamente coge de un bolso que lleva atado a la cintura unos 15 granos de quinua blanca, los echa con cuidado al hoyo y lo entierra con la misma tierra húmeda y le pone una piedra para darle sombra.
Hace lo mismo con otros surcos en una serranía a la que no llega maquinaria agrícola porque está llena de grandes rocas y piedras.
Jeff Glekin: “No tenemos tiempo para debatir, lo que tenemos que hacer es actuar, el cambio climático no respeta las fronteras ni las ideologías”
Miriam Telma Jemio/La Pública
A casi dos meses de la cumbre de las Naciones Unidas sobre cambio climático (COP26), que se realizará entre el 1 y 12 de noviembre, en el Reino Unido, crece la demanda para que los gobiernos eleven sus compromisos de reducción de emisiones, acordes a la meta del Acuerdo de París: estabilizar el aumento de la temperatura por debajo de los 2°C.
El último informe del IPCC (del 9 de agosto) señala, entre otros aspectos, que el cambio climático afecta cada rincón del planeta de múltiples formas y que los cambios que experimentamos crecerán con el incremento del calentamiento. El titular de la ONU, Antonio Guterres, lo ha calificado como “un código rojo para la humanidad”. Mientras, la sociedad civil lamenta las restricciones sanitarias que podrían evitar su participación presencial en la cumbre climática.
El embajador británico en Bolivia, Jeff Glekin, nos habla sobre los desafíos que tiene su país como sede de la COP26 para lograr acuerdos congruentes con la urgencia de la crisis climática y, además, para resguardar la salud, debido a la Covid19, de los asistentes a la cumbre y de su propia población.
LP: ¿Cuál es la expectativa que tiene el Reino Unido sobre los resultados de la COP26?
JG: El tema del cambio climático, como hemos visto en los últimos meses y los últimos años, es una situación bastante grave y es el reto más importante para todo el mundo. Nuestro presidente designado para la COP26, Alok Sharma, tiene el compromiso de trabajar muy fuerte para lograr resultados ambiciosos en la COP26 con la participación de todas las partes.
La COP26 debe poner al mundo en el camino hacia una economía de carbono cero. Mientras nos recuperamos del Covid19 y nos encontramos en un punto de inflexión para nuestro planeta y nuestra salud, hay varias brechas pendientes que sientan las bases para lo que debemos trabajar en Glasgow.
Primero, está la ambición en materia de mitigación. Las NDC (Contribuciones Nacionalmente Determinadas) están muy lejos de los objetivos de temperatura del Acuerdo de París. La ciencia muestra que es necesario mantener la temperatura en 1.5°C.
Segundo, está la ambición en materia de financiamiento. Tenemos que cumplir con los cien mil millones de dólares anuales de financiamiento climático para los países en desarrollo. Estamos trabajando en eso, junto con Canadá y Alemania, para lograr esta cifra que es bastante ambiciosa.
Tercero, está la ambición en adaptación y resiliencia. Sabemos que el cambio climático está ocurriendo ahora, como hemos visto en los incendios alrededor del mundo y todos estos eventos climáticos que antes no era tan normal. Hay que dedicar más esfuerzos y ayudar a las comunidades a adaptarse y
ser resilientes ante el cambio climático.
LP: ¿A qué apunta la Presidencia de la COP 26 sobre el Acuerdo de París, por ejemplo, sobre el Artículo 6, que incluye los mercados de carbono, donde aún no hay acuerdos?
JG: Lograr todo lo que está dentro del Acuerdo de París es un objetivo para nosotros. Mantener el nivel de 1.5°C es sumamente importante para nosotros y también para Bolivia, como hemos escuchado durante la visita del Presidente de la COP26 a Bolivia.
Hemos hablado mucho sobre el Artículo 6, sobre el 1.5°C y hemos tenido una reunión ministerial en Londres, en julio, a la cual asistió una delegación de Bolivia.
Para lograr eso debemos poner al planeta en un camino de fuertes reducciones de emisiones, que nos llevan a compromisos de ser Cero Neto hasta 2050 y eso implica que necesitamos reducciones de emisiones muy ambiciosas hasta 2030.
En Glasgow, debemos demostrar que el crecimiento limpio y bajo en carbono es la historia del crecimiento del futuro que se está acelerando y que es irreversible. Esto es algo que, como Gran Bretaña, nos hemos comprometido a hacer. Lo que estamos buscando es aumentar el nivel de ambición de todos los países en desarrollo y desarrollados, obviamente.
LP: Su país tiene compromisos altos de reducción de emisiones, ¿qué implica esa reducción para su país? Se habla que eso limita el desarrollo…
JG: Creo que hay un mito que está bastante fuerte en algunos países: que el desarrollo está en competencia con la sostenibilidad. No veo el mundo así. Gran Bretaña es una muestra de que un país puede disminuir el nivel de emisiones y, al mismo tiempo, crecer su economía. La parte verde de nuestra economía es la que está creciendo más rápido que todas las demás.
Es verdad que el Reino Unido se planteó la meta más ambiciosa del mundo en cuanto a reducción de emisiones y pone a mi país en el camino para alcanzarlas hasta 2050.
Esto implica estrategias ambiciosas en todos los sectores incluyendo la energía, el transporte, los edificios y, también, la eliminación de la energía de carbono para 2024. También hemos prohibido la venta de automóviles a gasolina, diésel e híbridos a partir de 2035.
Nuestro Primer Ministro está a la cabeza de un Comité de Estrategia de Acción Climática que supervisa las acciones para reducir las emisiones de todo el gobierno y para lograr el objetivo de cero emisiones, pero eso también ofrece oportunidades económicas de empleo en las nuevas industrias con bajas emisiones de carbono. No hay conflicto entre el crecimiento y la lucha contra el cambio climático.
Obviamente, cada país tiene sus propias estructuras económicas. En Bolivia veo el reto de disminuir el nivel de emisiones más importantes en el tema de deforestación. Ese no es un reto para nosotros, en Gran Bretaña no tenemos la misma cantidad de bosques como tiene Bolivia. En algunos países la matriz de energía es muy diferente, entonces tenemos que personalizar cada NDC, cada estrategia.
Hemos financiado un estudio para ofrecer al gobierno de Bolivia el cambio de energía a una energía mucho más renovable. Eso ofrece una oportunidad para Bolivia. Bolivia tiene una gran riqueza, un potencial de ser una economía muy verde para atraer más inversiones.
LP: ¿Usted cree que el último informe del IPCC impulsará a los países a aumentar sus compromisos en la reducción de emisiones?
JG: Como funcionario he empezado mi trabajo en el Ministerio de Hacienda en Gran Bretaña hace 20 años. Cuando publicamos una revisión del profesor Nicholas Stern sobre la economía de cambio climático, me acuerdo que pensaba en el cambio climático como un reto bastante grande. Han pasado 20 años, estamos en un punto muy diferente, ahora hay una aceptación de la ciencia.
Creo que todos los países han aceptado este informe del IPCC y eso es un gran logro, pero tenemos mucho más quehacer y no tenemos una segunda oportunidad de hacerlo. Lo que dice ese informe es que ahora hay un 90% de posibilidades que el calentamiento global va a pasar de los 1.5°C en las próximas dos décadas. Tenemos solo 10% de la probabilidad de no llegar a este punto.
Esto significa que todavía hay posibilidad de aumentar nuestro nivel de ambición con una descarbonización más rápida e inmediata.
Eso es lo que tenemos que hacer en Glasgow, en noviembre, aumentar nuestra implementación y nuestras ambiciones para no llegar a ese punto tan peligroso para nuestro planeta.
Hay muchos países en el mundo que no están de acuerdo con qué tan urgente es esta situación y qué tan grave para todas nuestras vidas, para las vidas de nuestros hijos y nuestros nietos. (Aumentar las ambiciones) es algo que tenemos que hacer ahora mismo.
LP: ¿Qué tipo de proyectos apoyan en Bolivia relacionados con cambio climático?
JG: Desde 1994, hemos estado en Bolivia financiando proyectos a través de la Iniciativa Darwin, que es un programa de mi gobierno que ayuda a proteger la biodiversidad. Estos proyectos buscan abordar las principales amenazas a la biodiversidad, entre ellas la pérdida o degradación de hábitats, el cambio climático, la sobreexplotación y contaminación. Hemos financiado más de 5,5 millones de dólares en Bolivia.
Este año hemos estado trabajando en coordinación con diferentes instancias del gobierno boliviano para apoyar en áreas como la actualización de las NDC, la transición energética, finanzas verdes y sostenibles, y la gestión de nuevos programas de financiamiento para la reducción de la deforestación en Bolivia. Me gustaría hacer más.
Durante la visita del Presidente de la COP26, con el presidente Luis Arce hemos hablado sobre diferentes programas. Bolivia ahora está aplicando para ser parte del programa LEAF, que integran el Reino Unido, Noruega y Estados Unidos. Eso va a ayudar en el tema de deforestación.
Hay más que podemos hacer. Necesitamos encontrar más programas y convencer al gobierno de Bolivia de que sea parte de los programas internacionales de financiamiento, en lo cual estamos trabajando mucho en varios países del mundo.
LP: ¿Qué nos puede decir de la visita del Presidente de la COP26 a Bolivia? ¿Cuál era el objetivo?
JG: No hemos tenido una visita de este nivel en Bolivia desde hace 25 años. Entonces, es bastante importante y muestra nuestro compromiso de escuchar a los países en desarrollo, con pueblos indígenas muy vulnerables a los efectos de cambio climático.
Sabemos que como Presidencia de la COP tenemos que dar voz a estas comunidades. Sabemos que el tema de biodiversidad y de la riqueza de la naturaleza de Bolivia implica que Bolivia es un actor bastante importante en el tema de cambio climático, no solo en la región, sino en el mundo.
Me parece muy importante que haya podido venir aquí, escuchar diferentes opiniones y también tratar de encontrar puntos en común, porque sabemos que Bolivia tiene una posición muy distinta en el tema de las negociaciones de cambio climático, tiene su propia filosofía sobre la Madre Tierra, sobre el vivir bien. No estamos totalmente de acuerdo en el tema del Artículo 6 y los mercados de carbono.
Ha sido bastante productivo tratar de entendernos mejor, tener reuniones a muy alto nivel, pero igual es importante escuchar a las comunidades, las jóvenes, los jóvenes y las mujeres, sus opiniones sobre qué tenemos que hacer en el tema de cambio climático.
Sé que el presidente (Sharma) ha escuchado las ideas de los bolivianos y va a tratar de involucrarlos en la COP. Queremos que la COP26 sea la más inclusiva de la historia y que involucre a todos los actores importantes, que no solo sean cabezas de Estado.
LP: ¿Cuál es el mayor desafío de ser sede de la COP26?
JG: Hacer un evento de este tamaño durante una pandemia no va a ser fácil. Es un gran reto para nuestra Presidencia llevar adelante una COP26 presencial exitosa.
Estamos trabajando de cerca con el gobierno de Escocia, las autoridades de la ciudad de Glasgow, con nuestros socios en las Naciones Unidas y el gobierno de Italia para que todos nuestros socios puedan asistir y eso implica en serie de medidas, mucha planificación logística.
El reto de tener básicamente 200 países y negociar -encontrar puntos en común, estar de acuerdo con lo que estamos haciendo como planeta- es sumamente difícil, porque siempre vamos a escuchar diferentes opiniones sobre las mejores medidas, pero no tenemos tiempo para debatir, lo que tenemos que hacer es actuar, el cambio climático no respeta las fronteras ni las ideologías.
Esos retos son bastante grandes, son parte de la diplomacia y de las relaciones internacionales, es actuar juntos y buscar maneras en que todo el planeta pueda sobrevivir.
LP: Organizaciones de la sociedad civil han criticado las restricciones por las medidas de bioseguridad impuestas para asistir a la COP26, en Glasgow, sobre todo las cuarentenas de 10 días que implican gastos adicionales y elevados. Esto impediría su participación y la de delegaciones de algunos países en desarrollo, ahondando una desigualdad señalan. ¿Qué puede decir al respecto?
JG: Creo que el principal objetivo es mantener la seguridad y tenemos que respetar el tema. Tener un grupo tan grande, en la misma ciudad, tiene riesgos y como gobierno tenemos una responsabilidad con nuestra población.
Tenemos que poner límites en la libertad de este tipo de eventos y mantener la seguridad de todas las delegaciones y sus países, porque ellos (los participantes) van a ir a Glasgow y después regresar a sus países tal vez con diferentes cepas de Covid19. Vamos a necesitar mantener la seguridad.
En un mundo ideal, sin pandemia, podemos hacerlo mucho más abierto, pero eso realmente es un reto y tenemos que encontrar un punto de equilibrio entre ser lo más grande posible y más inclusivo posible, pero igual con respeto a la seguridad de todos los participantes y toda la población británica.
Estamos trabajando en eso, no sabemos exactamente cuál será la situación en noviembre, entonces cualquier cosa que han escuchado se puede cambiar en las próximos semanas y meses hasta que llegamos un punto un poco más seguro.
Lo que veo es que no es un tema de diferentes medidas para diferentes países, solo que cada país va a tener que respetar las medidas de seguridad, pero igual vamos a hacer todo lo posible para que llegue un grupo de actores lo más diverso posible y lo más inclusivo.
En eso estamos trabajando directamente con el gobierno de Bolivia. Hablando casi cada día con la delegación boliviana para que tengan lo más fácil posible, en una situación bastante difícil.
LP: ¿Han limitado el número de participantes de las delegaciones oficiales?
JG: No, pero no soy exactamente un experto en el tema en estos detalles, entonces voy a tener que averiguar. Lo que entiendo es que, lo más probable, las delegaciones no van a ser tan grandes como antes y vamos a necesitar hacer algunos eventos virtuales.
Por un lado, la pandemia ha sido terrible, absolutamente, un gran desastre para nuestros pueblos. Por otro lado, ahora sabemos que podemos hacer en línea muchas reuniones y tener mucho más contacto inmediato a través de la tecnología y eso es algo que tenemos que aprovechar y utilizar para abrir la COP26 de Glasgow, para que llega a todas los partes del mundo.
LP: De todas maneras, inclusive de manera virtual hay restricciones para la sociedad civil como pasó en la PreCop26, el número de acreditaciones era limitado para la participación de la sociedad civil. Han cuestionado que no haya estado abierto para todos…e manera virtual hay restricciones para la sociedad civil como pasó
JG:
Organizar un evento con todo el mundo no es fácil y siempre va a haber más demanda que oferta para el nivel de participación. Eso es algo que con la presidencia estamos tratando de llegar un punto justo e inclusivo, pero obviamente a veces vas a tener algún grupo u otro que va a tener más ganas de participar que la oferta, por eso hemos tenido una visita a Bolivia, para realmente mostrar nuestro compromiso con este país.
Vamos a trabajar como embajada en Bolivia para abrir las más puertas posibles para la sociedad civil, sé que lo más probable es que no vamos a poder lograr el 100%, pero eso sí también es un equilibrio en una cumbre una discusión eficiente, donde podemos hacer las cosas más importantes para el planeta y que todo el mundo sienta que ha tenido una oportunidad de participar.
El presidente de la COP26, Alok Sharma, habla durante su visita a una
comunidad boliviana, junto a él (sentado) el embajador británico, Jeff Glekin.
Foto: Embajada Británica
1,5 °C ingresa en el histórico acuerdo logrado por 196 países en la COP21
Bolivia: Hay avances en el nuevo texto de la COP21
Los delegados analizan en detalle el borrador presentado en la mañana del 12 de diciembre. El boliviano René Orellana halla “avances significativos”, sobre todo en temas que tienen mayor relevancia para los países en desarrollo, como la inclusión de un objetivo de temperatura a largo plazo muy por debajo de los 2°C de calentamiento. Sin embargo, hay quienes señalan que el acuerdo debe incluir elementos reales que permitan lograr la meta de 1,5 °C y que no sea solo una mención que quede en el papel.
El borrador de la COP 21 establece en 2ºC el límite al aumento de la temperatura
El tercer esbozo del acuerdo de la cumbre del clima de la ONU no contempla la solicitud boliviana de delimitar en 1,5ºC el crecimiento del clima a nivel global, ni tampoco recoge la propuesta de crear el Tribunal de Justicia Climática.
Miriam Telma Jemio / París
El jefe de la delegación boliviana y ministro de Planificación, René Orellana, ha manifestado que Bolivia insistirá en que los acuerdos salientes de la COP21 tengan un carácter vinculante para garantizar su cumplimiento en beneficio del planeta y los países más pobres.“No nos garantizan 1,5 ºC y Bolivia ha señalado que con 2 grados muchos países presentes en estos momentos en la plenaria (de la COP21), no estarán presentes el 2050 porque habrán dejado de existir, precisamente por la subida del nivel del mar”, ha señalado.
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