El uso y apropiación de los cuerpos de las mujeres es sólo un ápice de una estructura secular y monstruosa sostenida históricamente por la dominación y la violencia hacia la mujer, la infancia y la naturaleza. Esta violencia ha trascendido a múltiples dimensiones y se ha manifestado con diferentes estéticas y herramientas que han pasado del simple cincel a las nuevas tecnologías que, hoy por hoy, determinan y modifican constantemente la dinámica de nuestras relaciones sociales.
La economía boliviana ha cerrado bien el año 2014. Las estimaciones señalan que el crecimiento del PIB superó el 5 por ciento, con lo que se tiene un crecimiento acumulado anual, en el segundo periodo de gobierno del Presidente Morales, del 5,3 por ciento, un buen indicador para las características estructurales de nuestra economía. Esta situación se explica por las altas exportaciones que el país realizó lo que le permitió financiar todas las importaciones que requiere la actividad económica. Jugó también un rol importante el alto gasto público.
A raíz de la publicación de La Pública sobre el tratamiento que la televisión nacional hace del cuerpo femenino, una especialista en Psicología Sistémica y Violencia de Género escribe sobre los estereotipos que se trasmiten a través de las ondas para quedarse anclados en nuestra sociedad.
El párroco en cuestión pidió certificado de matrimonio de los padres y de los padrinos. Le expliqué que tanto padres como padrinos somos casados por civil, pero dijo y, cito textualmente, “como la niña no puede elegir a sus padres”, al menos hay que elegir correctamente a sus padrinos, quienes deben estar casados por la Iglesia Católica. Incluso, llegó a señalar que, precisamente por esto (para evitar el rechazo de la Iglesia Católica), los padres deberíamos pensar muy bien antes de hacerle daño a nuestros hijos. Mi indignación iba aumentando de forma exponencial.