Miriam Jemio, periodista
Bajo la presidente de la República de Fiji, la cumbre del clima, que culminará el 17 de noviembre, se inicia con el trasfondo de los destructivos efectos de los huracanes, incendios, inundaciones y sequías y sus efectos en la agricultura, con la consiguiente amenaza a la seguridad alimentaria.
Bolivia participa del encuentro con una delegación conformada por técnicos y autoridades de los ministerios de Medio Ambiente, Planificación y la Cancillería.
El jefe de la delegación boliviana Iván Zambrana, actual director de la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra (APMT), antes de su partida a Bonn, señaló que Bolivia considera que la causa estructural del cambio climático es el capitalismo y que existe una deuda climática que tiene que ser saldada por los países ricos, a través de transferencia de medios de implementación para que, por ejemplo, Bolivia pueda desarrollar sus acciones de mitigación y de desarrollo, en base al vivir bien.
Según la autoridad, el país trabaja desde antes del Acuerdo de París (adoptado en 2015) en proyectos en materia de mitigación, es decir para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero como fue la campaña del uso de “focos ahorradores”, la reconversión de vehículos a gas natural, el transporte en teleférico, entre otros.
Entre los avances sobre los compromisos asumidos en la avanzado menciona que se trabajó en la institucionalidad y la generación de instrumentos de planificación, sin embargo, reconoce que falta desarrollar capacidades para saber qué es cambio climático, cómo incorporar esa problemática dentro de todos los sectores y desarrollar los tres mecanismos de respuesta al cambio climático: el Mecanismo de adaptación para vivir bien”, el “Mecanismo de mitigación para vivir bien” y el “Mecanismo conjunto de mitigación y adaptación para el manejo integral y sustentable de los bosques”.
Según Zambrana, ya se tienen acciones concretas de implementación de estos mecanismos. En materia de adaptación, se ejecutaron varios proyectos a través del programa “Biocultura y cambio climático” que incorpora la lógica de resiliencia de vivir bien en sistemas bioculturales.
En mitigación, “estamos generando las acciones sectoriales. Pero, no se basa solamente en reducir la cantidad de carbono que se emite, sino en orientar el desarrollo a partir de una mayor eficiencia”, asegura. Un ejemplo, es que Bolivia cambió las termoeléctricas de ciclo simple a ciclo combinado, lo que representa una mayor eficiencia y menor emisión de gases de efecto invernadero (GEI).
Este año se creó el Fondo Plurinacional de la Madre Tierra para financiar proyectos del Mecanismo Conjunto. Un proyecto está en plena ejecución en Pando, con la gobernación, para la gestión del bosque con enfoque territorial, mientras otros 11 están en diferentes estados de avance.
“Esto nos permitirá mostrar al mundo que tenemos en la práctica una alternativa a REED, que supera la lógica que mercantiliza al bosque y que lo vuelve solamente unidades de carbono. Permite generar procesos donde las comunidades usuarias del bosque se adapten, generando beneficios de mitigación a la vez”, explica el Director de la APMT.
Sobre el compromiso de Bolivia, en el marco del Acuerdo de París, de llegar a deforestación cero para 2020, Zambrana dice que para llegar a esa meta se requiere una transformación inclusive normativa e institucional, como la Ley Forestal que tiene muchas limitaciones; además, dice, que se tiene que ir más allá de fiscalización. “La ABT ha logrado avances muy importantes, pero se necesita cambiar la manera en que se planifica el uso del espacio respecto a dos usos competitivos: dejándolo como bosque y convertirlo en campos de cultivo”, puntualiza.
Sobre las represas que se plantean construir como el Chepete, El Bala y Rositas, en zonas de alta biodiversidad y presencia de bosques, Zambrana dice: “se tiene que entender que, a diferencia de otros momentos en nuestra historia, el Estado no está haciendo esto para un privado. Lo está haciendo para generar ingresos y, más rápidamente, sacar de la pobreza a la gente”.
La autoridad de la APMT señala que están en proceso de adecuar uno de los reglamentos de la Ley de Medio Ambiente, para que se incorpore la dimensión ecológica de manera simultánea a la social y económica en proyectos como las represas en áreas protegidas.
Ante la consulta sobre si las hidroeléctricas son generadoras de energía limpia, respondió que es más limpia que quemar combustibles fósiles.
“Y Bolivia de manera coherente con su posición tiene derecho a seguir emitiendo (GEI), obviamente eso tiene que llevarlos a transformar nuestra matriz energética en el futuro”, afirma.
Asegura que represas tienen más complejidad respecto a otras fuentes de energía, pero también su posibilidad de migrar de los combustibles fósiles es más rápido. “Lo bueno es que Bolivia no apunta solo a una opción”, explica y acota que se explora posibilidades para que la exportación de energía, ya no de gas, posibilite que el país tenga mayores posibilidades de eliminar la pobreza.