Entre decenas de indígenas, Lorenza Rivera Viera, de 62 años, destacó por su vitalidad durante los 500 kilómetros que recorrió a pie en los 30 días que duró la X Marcha de los Pueblos Indígenas en defensa de la Chiquitanía realizada entre septiembre y octubre de 2019.
Lorenza llegó con su familia a San Ignacio de Velasco, desde su natal San Nicolás del Cerrito, el día que partió la marcha, el 16 de septiembre de 2016, y no claudicó hasta alcanzar a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra para hacer oír sus demandas.
Ni el inclemente sol ni las ampollas en sus pies por las cinco horas diarias de caminata le hicieron abandonar su fortaleza. Lorenza caminaba diariamente en la mitad de la columna de los más de 150 marchistas junto a otras mujeres, ancianos y niños.
Los marchistas exigían al Gobierno de Evo Morales la declaratoria de desastre nacional por los incendios y la abrogación de la Ley 741 y del Decreto Supremo 3973 que autorizan los desmontes, quemas y en contra de nuevos asentamientos en su territorio, demandas que hasta la fecha no han sido atendidas.
Pero los indígenas tienen otras necesidades no atendidas. Por ejemplo, en la comunidad de Lorenza, San Nicolás del Cerrito, no tienen luz eléctrica, el agua la obtienen a través de una bomba manual que extrae el líquido desde un pozo profundo, en eso días no llegaba la señal de ninguna de las empresas de telefonía móvil.
“Los mensajes llegan y salen solo cuando alguien va o retorna a la comunidad más cercana, Mercedes de Soliz, ubicada a seis horas de San Ignacio de Velasco, en notas en un trozo de papel o a viva voz”, contó la indígena. Su comunidad no cuenta con servicio de transporte público, usa los pocos vehículos de algunos de los pobladores de la zona que transportan insumos.
Otras comunidades tienen las mismas carencias; además, han sido avasalladas por colonos de otras zonas y los incendios han afectado sus medios de vida.
En la marcha, las mujeres y niños, acompañaron la caminata con sus risas, llantos, canciones e inocencia. A lo largo de los 500 kilómetros, no faltó la música con instrumentos autóctonos de la región chiquitana, en los lugares de descanso se hizo comida típica de la región, se durmió en tinglados, conventos de jesuitas, como a la orilla de las carreteras.
El 16 de octubre, llegaron a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Los indígenas fueron recibidos con una banda marcial, pasaron por el Cristo Redentor antes de llegar a la plaza “24 de Septiembre”, allí los dirigentes indígenas de tierras bajas hicieron conocer los graves problemas que enfrentan en sus territorios y que todavía no han sido resueltos.
Con las mismas demandas y otras nuevas, hoy los indígenas de tierras bajas nuevamente están marchando, está vez la Gran Marcha Indígena partió hace 24 días de la ciudad de Trinidad y esperan llegar a la urbe cruceña la siguiente semana.