Lunes, 09 Junio 2014 10:27

Chasquipampa y la fiesta de la discordia

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Un grupo de danzarines de morenada en su paso por la calle 30 de Cota Cota en la Entrada Folklórica del 2013. Un grupo de danzarines de morenada en su paso por la calle 30 de Cota Cota en la Entrada Folklórica del 2013. Fotografía de www.entradasfolkloricas.com

La fiesta en honor de la Virgen de la Merced, cada 24 de septiembre, divide a los vecinos. Por un lado están los que participan del evento, por el otro los que sufren la bulla y el caos. La autoridad no sabe qué baile seguir

Milen Saavedra / La Paz

Alambres de púas, calaminas y maderas. Todo sirve a la hora de bloquear el ingreso a ciertas calles del barrio de Chasquipampa, en el sur de La Paz, donde hasta hace no mucho estaba el área rural, el sitio para hacer excursiones. Los vecinos, sobre todo los que se han ido asentando a medida que la urbe ha ido extendiendo sus tentáculos, buscan evitar el paso de los ebrios, los bailarines y comerciantes que desde junio van tomando el lugar bajo el pretexto de ensayos y preparativos para la entrada folklórica en honor de la Virgen de La Merced, que se celebra el 24 de septiembre.

lpz chasqui2Cerco instalado por los vecinos el 2013 para evitar el paso de la fiesta. Fotografía tomada de: Facebook Junta de vecinos Chasquipampa.

“Desde ahora hasta septiembre no habrá ni un fin de semana de paz”, reniega Freddy Flores, presidente de la junta de vecinos del barrio, quien asegura que se sienten desamparados, pues ni la Policía ni otras instancias que deberían velar por la seguridad hacen algo para evitar los excesos.

Esta fiesta patronal es la tercera más grande de la ciudad de La Paz, después de la entrada del Gran Poder y la entrada Universitaria. Sin embargo, y a diferencia de las anteriores, ésta es la más descontrolada, literalmente hablando.

Comienza junio y en el barrio ya se percibe un ambiente de fiesta. En algunas calles se ve a jóvenes trazando algunas coreografías de danzas folklóricas y los comercios les salen al paso con comida, sándwiches y cerveza.

El conflicto tiene casi una década de historia. Por un lado están los que festejan, que, reconocen ellos mismos, son en minoría residentes de Chasquipampa, pues el grueso de los participantes llega de otros barrios. Por el otro lado están los que se oponen al festejo y prefieren encerrarse en casa, pues “el barrio se llena de pandillas, que aprovechan este evento para cometer asaltos, robos y protagonizar escandalosas peleas”, denuncia Flores. La presencia de guardias de seguridad privados, que rondan algunos manzanos desde la calle 37 hasta la 50, sería la prueba del temor que hay entre quienes se sienten afectados.

Ciertamente, la presencia de guardias privados no es exclusiva de Chasquipampa; otros barrios de La Paz apelan a estas personas por la ausencia de policías. En esta zona sureña, explica Flores, “en la estación policial sólo hay ocho efectivos”. En todo caso,  una decena de hombres uniformados de negro recorre el barrio, “aunque poco pueden hacer ante la cantidad de personas que participan de la fiesta”, se resigna la vecina Mónica Quispe, mientras firma un recibo que entrega al guardia de su calle como comprobante del pago mensual. Entre los bailarines y comerciantes que participan de la fiesta, se mueven al menos 10.000 personas, según datos de la Asociación de Conjuntos Folklóricos de la zona.

Las medidas de seguridad se extreman. Otras 50 familias de la zona instalaron un sistema de alarmas en las calles 52, 53 y 54. Cuando un vecino sospecha de un acto delictivo, debe llamar al encargado para que éste encienda la alarma y todos los que la escuchen deben acudir al lugar para atrapar al delincuente y entregarlo a la policía. Los guardias y alarmas están  presentes en el barrio, no sólo durante los meses en que se desarrolla esta fiesta, sino  los 365 días del año.

La fiesta marginada

Corría la década del 60. Entonces, el barrio de Calacoto, hoy uno de los puntos estratégicos de la zona Sur de La Paz, por su lejanía, era considerado como un área rural. Ése era el escenario de la festividad de la Virgen de La Merced. La iglesia estaba ubicada entre las calles 25 y 26 de Calacoto, donde después se construyó el complejo  de diversiones Verolandia y que hoy es un edificio para los encuentros de grupos cristianos.

“La tradición nació, hace 42 años, con un grupo de colonos, los primeros vecinos que llegaron al lugar. Ellos tenían chacras en la zona de Cota Cota y organizaban distintas actividades en agradecimiento a la protección de la Virgen de la Merced, como verbenas, bailes y prestes”, relata Javier Salcedo, vicepresidente de la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Cota Cota y adyacentes.

Una década después, en 1970, la fiesta se trasladó a las calles de Cota Cota, pues sus organizadores recibieron un terreno más amplio en ese barrio para la construcción de una capilla. En la actualidad, esa construcción es de propiedad de los fundadores de la fiesta, ya que oficialmente no pertenece a la Arquidiócesis de La Paz, por lo que para sus actividades se contrata a sacerdotes de otras iglesias de la ciudad. “Son muy pocos los párrocos de la zona que aceptan esta invitación, porque la capilla de Chasquipampa no pertenece al conjunto de iglesias administradas por el Arzobispado de La Paz y porque no nos permiten ejercer dentro de ese edificio en otras fechas y para otros sacramentos”, asegura el padre Gregorio Stachowiak, párroco de la iglesia de San Miguel, bicada en la calle 21 de Calacoto.

“Con el tiempo, la fiesta ha ido cambiando porque la misma zona creció. La verbena y el preste se reemplazaron con la preentrada y la entrada. Antes, el recorrido era sólo de diez cuadras, ahora comienza en la calle 28 de Cota Cota  y se extiende hasta la calle 50 de Chasquipampa”, explica Salcedo. “Los colonos que antes vivían en Calacoto fueron vendiendo sus terrenos y trasladándose hacia Cota Cota y Chasquipampa. En Calacoto se construyeron embajadas y otras instituciones; por todo eso la fiesta también se mudó”.

Al principio la fiesta era organizada por cuatro fraternidades, en la actualidad se tienen registrados 16 grupos de bailarines, de más de un centenar de miembros cada uno, que anualmente hacen gala de morenadas, caporales, kullawadas, sicuris, potolos y tobas. “Los actuales integrantes de los conjuntos son los nietos de los fundadores. Ésta es una fiesta que creció, porque ahora moviliza aproximadamente cinco millones de bolivianos y casi a 10 mil personas, entre comerciantes, bailarines, músicos y espectadores”, agrega Salcedo, miembro de la Morenada Flor de Kantutitas, una de las más antiguas de la fiesta.

Un festejo que incluye corrida de toros

lpz chasqui4La corrida de toros realizada el 2013 para concluir con la festividad de la Virgen de la Merced. Fotografía tomada de: www.la-razon.com

Los fines de semana de junio, julio, agosto y septiembre, cada una de las 16  fraternidades organizará una recepción social en honor de la Virgen de la Merced. “Antes comenzábamos en mayo, pero debido a la molestia de los vecinos hemos decidido comenzar este año nuestras actividades luego del 20 de junio”, dice Salcedo.

El itinerario incluye una misa y la realización del ensayo que parte desde calle 33, donde se encuentra la capilla, hasta la 40 o 46 de Chasquipampa. El recorrido depende de la ubicación del salón donde se realizará el festejo o de la esquina donde vive alguno de los miembros de la fraternidad para armar una fiesta al aire libre.

Las actividades previas concluyen con la realización de la preentrada, que se realiza una semana antes de la entrada principal y de la que participan todos los conjuntos folklóricos. El sábado más próximo al 24 de septiembre se realizará la entrada folklórica y, al día siguiente, los bailarines participarán de la diana en la puerta de la capilla.

Pero la fiesta no termina ahí, pues cumplida la entrada de sábado y la diana en domingo, se realiza, la noche del lunes, una velada y el martes la fiesta de los tres prestes mayores. Para rematar, el miércoles se tendrá una corrida de toros, con la que finalizan las actividades.

Tanto los vecinos como las autoridades ediles cuestionan la realización de esta festividad. “Creo que ha dejado de ser patronal, debido al mal estado que tiene la iglesia; otras fiestas patronales tienen una relación intensa con su parroquia y con su santo, hay por lo menos un mantenimiento del templo, que no se ve en Chasquipampa”, dice Urquizo.

Lpz chasqui6La capilla de la Virgen de la Merced, ubicada en la calle 33 de Cota Cota, con la pared frontal rajada. Fotografía: Milen Saavedra

En esa misma línea, hace dos semanas, la junta de vecinos de ese barrio ha publicado un manifiesto en su sitio de Facebook en el que piden a las autoridades “que no se autorice más la realización de fiestas y recepciones sociales, debido al desorden e inseguridad que genera”. También recaudan firmas para hacerlas llegar, junto con el manifiesto, al Sub Alcalde de la Zona Sur.

“Sabemos que a muchos vecinos no les gusta la música y los excesos. Hacemos nuestras actividades en la avenida, porque no tenemos otro lugar”, dice Salcedo. El folklorista asegura que tienen una comisión interna que regula las actividades en cuanto a horarios y espacios, pero considera al igual que el Subalcalde que “el control de la seguridad del barrio es deber de la Policía”.

Una radiografía de Chasquipampa

Chasquipampa, que traducido del aymara al castellano quiere decir “tierra de los chasquis”, era un punto de descanso de los antiguos mensajeros incas que, durante el imperio incaico,eran los encargados de llevar mensajes a distintos puntos. Se fundó como barrio en 1960. Chacras, granjas avícolas y rebaños de vacas lecheras le regalaban color al paisaje del lugar. “Los primeros vecinos conocieron una laguna de aguas cristalinas ubicada a la altura de la calle 44”, donde actualmente se levantaron casas y edificios, se lee en el libro “Mi barrio cuenta, yo cuento con mi barrio”.

Esta tierra de chasquis comenzó a ser poblada masivamente en 1979. Tanto ha crecido esta zona que Chasquipampa actualmente está rodeado de otros nuevos barrios. Al norte limita con Cota Cota, al este con Koqueni y Las Lomas, al oeste con Anuta-Hansa-Anuta y Rosales y al sur con Ovejuyo y Virgen de la Merced, considerados los últimos barrios del sur del Municipio de La Paz, pues están justo en la frontera con el Municipio de Palca, que los últimos años ha otorgado el permiso a la fiesta que arman los folkloristas en honor a la Virgen de la Merced.

Según datos del censo 2001, en Chasquipampa vivían cerca de 4.400 habitantes. Los vecinos estiman que en 13 años, la población prácticamente  se ha duplicado. “Hasta el año pasado se han registrado 2.200 viviendas, entre casas y edificios”, asegura Flores. “Es un sector principalmente comercial”, agrega.

Todo comienza en junio

lpz chasquiUn conjunto folclórico realiza su recepción social previa a la entrada, ocupando la avenida principal del barrio. Fotografía tomada de: Facebook Junta de vecinos Chasquipampa.

Los vecinos de la calle 46 de Chasquipampa ya saben que la Morenada Flor de Kantutitas comenzará sus actividades callejeras un domingo de junio. “Ocupan nuestra calle y allí instalan una tarima que toma toda la avenida principal”, señala disgustada Graciela Rodríguez, quien asegura que una vez dueños del lugar, los folkloristas comienzan un festejo “feroz” que terminará el lunes.

“Al día siguiente, la calle queda un asco, pues además de dejar basura, botellas de cerveza rotas, a cierta hora se convierte en un baño al aire libre. Ni hablar de la gente que queda en estado de ebriedad tendida sobre las aceras”, describe Rodríguez.

Adela Guachalla, que vive en la calle 50 hace una década, añade: “Cuando un conjunto hace su recepción social cerca de mi casa, vemos que toman mucho, pelean y la vía se vuelve un basural. Además, la música a todo volumen no nos deja descansar”. Y entonces reclama mayor control de las autoridades, pues este panorama se repetirá cada fin de semana hasta septiembre.

En La Paz se ha registrado más de 800 fiestas patronales, la mayoría reguladas por una comisión del municipio en la que participan representantes de las Subalcaldías, la Oficialía Mayor de Culturas y la Dirección de Seguridad Ciudadana. Esta instancia llega a acuerdos con los organizadores de las distintas festividades, otorga los permisos y acuerda con ellos el buen desarrollo de la fiesta. El permiso también rige el consumo de bebidas alcohólicas y las actividades previas, centrales y posteriores. “Si fuera así en Chasquipampa, no tendríamos estos problemas”, replica Guachalla.

El subalcalde de la zona Sur, Carlos Urquizo, señala que su despacho se ha visto imposibilitado de normar la fiesta de Chasquipampa porque es complicado negociar con los folkloristas. “Las veces que les negamos el permiso, acudieron a la vecina Alcaldía de Palca y ésta les dio luz verde. Es una situación complicada porque si ellos actúan sin nuestra autorización, qué sentido tiene que vayamos a controlar. Además, en anteriores años, fuimos con personal de la Subalcaldía y de la Guardia municipal y los folkloristas nos agredieron. En el fondo, son tareas que debería cumplir la Policía Nacional”, argumenta el funcionario edil, cuyas oficinas se hallan lejos de Chasquipampa, entre las calles 11 y 12 de Obrajes.

“Chasquipampa es conocida como la zona roja del sur, por los desmanes que suceden, principalmente como consecuencia de la fiesta”, asegura Flores, quien recuerda que durante seis años los vecinos presionaron a las autoridades para que se construyan un módulo policial.

En2012, se terminó de construir una Estación Policial Integral (EPI), que tiene bajo su responsabilidad el resguardo de Chasquipampa y otros seis barrios aledaños. “Nos prometieron 200 policías; pensamos que la tranquilidad volvería a la zona”, expresa Flores. “Pero no fue así”.

La Policía brilla por su ausencia…

lpz chasqui3La Estación Policial Integral de Chasquipampa, ubicada en la calle 53, vacía y solitaria. Fotografía: Milen Saavedra

Es miércoles por la tarde y un aire de abandono impera en el edificio policial, donde cuatro uniformados cumplen turno. Al mando está el comandante de la EPI Chasquipampa, Manuel Vergara. “El problema es la disponibilidad de recursos humanos”, admite luego de ser consultado sobre la falta de atención al barrio. “Actualmente, esta oficina está conformada por ocho efectivos, que se dividen en grupos de cuatro y que se turnan cada 24 horas”.

“No podemos dar prioridad solo a Chasquipampa porque esta Estación debe atender también a otros barrios circundantes como Koqueni, Las Lomas, Anutha-Hansa-Anutha, Rosales y Virgen de la Merced, que no tienen módulos policiales. Debido al escaso personal, no podemos responder todas las necesidades de los vecinos y, por el momento, sólo damos atención en el área de Conciliación Ciudadana, Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) y Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV). Si un vecino necesita atención de Radiopatrullas, Tránsito y la Policía de Auxilio Ciudadano (PAC), debe ir a hasta la calle 8 de Calacoto”, señala el comandante Vergara.

¿Y los asaltos, robos y peleas? “Nos organizaremos con los vecinos para evitar estos delitos”, asegura el policía, en cuya oficina no hay datos estadísticos de los problemas registrados en años anteriores. “Hubo un cambio reciente de autoridad y se perdieron los registros”, explica.

Vergara argumenta que en Chasquipampa hay pocos efectivos porque la mayoría de los policías fue enviada a Santa Cruz, por la cumbre del G-77+China, que se desarrollará desde el 15 de junio en esa ciudad. El comandante asegura que para septiembre se aumentará la cantidad de uniformados para garantizar el control durante la entrada folklórica. “Además, antes de septiembre, vamos a organizar brigadas vecinales para coadyuvar con el control de la seguridad del barrio”.

¿Soluciones?

Por ahora, los miembros de la junta de vecinos de Chasquipampa buscan una audiencia con el Ministro de Gobierno, Carlos Romero, para pedirle destine más efectivos policiales. “Ya recurrimos a todas las instancias posibles”, dice Flores. El comandante de la EPI promete coadyuvar en la seguridad de la zona, pero pide colaboración de los habitantes del barrio. “Queremos seguir coordinando con los vecinos y las instituciones de la zona para poder garantizar la seguridad”.

Mientras que el Subalcalde de la zona Sur propone realizar una reunión esta semana entre los vecinos y los folkloristas. “Queremos sentarnos en una mesa, llegar a acuerdos y convenios, para hacer las cosas como se deben hacer”. La invitación  ha sido aceptada por ambos grupos, por lo que esta historia pronto tendrá nuevos capítulos.

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