Viernes, 27 Junio 2014 11:19

Jugar sucio

 

La periodista Marielle Cauthin analiza el Mundial de Fútbol Brasil 2014, escenario, según muestra, de violencia, discriminación, racismo y homofobia. Todo, menos fiesta.

 

 

Marielle Cauthin, periodista

Expulsiones y desplazamientos masivos, militarización de barrios, denuncias de ejecuciones extrajudiciales, violencia sexual a menores, represión policial desmedida, actos públicos de xenofobia y racismo, son la secuencia de imágenes que han recorrido el mundo y que no pertenecen a un país en situación de guerra o revuelta popular, sino a Brasil durante el Mundial de Fútbol de la FIFA 2014.

La sistemática violación de derechos humanos fue la regla para garantizar las condiciones “paisajísticas” del Mundial; tanto así que Raquel Rolnik, relatora de la ONU, explicó que las ciudades de São Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Curitiba, Porto Alegre, Recife, Natal y Fortaleza, fueron las más afectadas por violencia a civiles, desplazamiento forzado no consensuado, desahucio y reubicación obligatoria de familias. Las denuncias fueron documentadas por organizaciones como Conectas, que estiman 250.000 personas desalojadas solo por ser pobres, tener cara de pobres y vivir como pobres; y esto se constituye en un abierto acto de discriminación de Estado.

Las medidas reaccionarias estuvieron acompañadas del despliegue de 157 mil militares y un plan de seguridad de 860 millones de dólares, según la BBC, y —para colmo— con prisión nueva incluida: la justicia de Brasil manifestó que después del Mundial el millonario estadio de Manaos se convertirá en una nueva cárcel, para dar uso permanente al “elefante blanco”.

Juego del oprobio

Pero una de las peores acusaciones fue la carta del periodista danés Mikkel Jensen, en la que denunció que niños de la calle fueron desaparecidos y posiblemente ejecutados como parte de los operativos de “limpieza de pobres” previos al Mundial. La suerte no fue mejor para las niñas.

El estadio Arena Corinthians, en São Paulo, fue sede del partido inaugural Brasil–Croacia y meses antes cientos de obreros comenzaron a llegar a la ciudad para edificar la obra, lo que provocó el auge de la prostitución infantil organizada en torno a los estadios. Según el periodista y activista local contra la prostitución infantil, Matt Roper, niñas de menos de 14 años cobraban 4,7 dólares la hora por servicios de sexo, tarifa que debía subir a 23 dólares en las jornadas “mundialeras”.

Racismo y xenofobia

¿Pero qué pasa dentro los estadios? El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación de México (Conapred) afirmó que una de las prácticas más recurrentes en las “barras” es el uso de lenguaje y simbolismos “cargados de estigmas y prejuicios contra la diversidad por tono de piel, nacionalidad, apariencia y preferencia sexual” .

El Conapred tuvo que pronunciarse contra la “normalización del grito homofóbico” cuando la FIFA recibió una queja contra los gritos de la barra de México que usaron el término “puto” durante un partido la pasada semana. El Conapred cree que lejos de alentar en la contienda, el contenido de los gritos no condice con el respeto de los derechos humanos, todo lo contrario, se refuerza el estigma y la minusvaloración: “El sentido con el que se da este grito colectivo en los estadios no es inocuo; refleja la homofobia, el machismo y la misoginia”.

El hecho no es un evento aislado, en abril pasado el jugador Daniel Alves hizo noticia cuando reaccionó a actitudes racistas durante un partido en España: le tiraron plátanos a la cancha de juego. Lo mismo le pasó a Neymar en Londres en 2011. En 2013 en Italia el jugador ghanés Boateng abandonó un partido por sufrir gritos racistas: onomatopeyas de monos. En 2012, el uruguayo Luis Suárez fue suspendido por la Federación de Fútbol Inglesa por haberle dicho a otro jugador que “no hablaba con negros”.

En estas condiciones ¿se puede disfrutar del show? Parece que sí, los medios comerciales han silenciado los crímenes y las protestas sociales, los estadios son burbujas protegidas por militares y policías y el espejismo de que Brasil vive una fiesta deportiva es el leitmotiv del día a día. Sólo el día después del 13 de julio, cuando termine el último partido, se sabrá si el pueblo puede asumir el alto costo de un espectáculo que no tuvo nada que ver con fútbol, ni con deporte, ni con fiesta popular.

Referencias:

http://mundod.lavoz.com.ar/futbol/la-fifa-quiere-duras-sanciones-para-combatir-la-xenofobia http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/140430_cultura_alves_racismo_futbol_entrevista_aa.shtml http://www.sinembargo.mx/07-06-2014/1016752 http://elcomercio.pe/deporte-total/brasil-2014/conoce-10-curiosidades-sobre-mundial-brasil-2014-noticia-1711478 http://actualidad.rt.com/sociedad/view/131639-brasil-desplazar-gente-mundial-futbol http://www.ecorepublicano.es/2014/06/brasil-las-ninas-prostitutas-del-mundial.html http://brasil.eluniversal.com.mx/article/2014/06/19/gritos-homofobicos-danan-dignidad-humana-conapred

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