Viernes, 14 Agosto 2015 21:29

No es ciudad para ciegos

Escrito por

La primera visita del viajero Richard Mateos y su perra guía Mali a un Hipermaxi de Santa Cruz terminó sin que él pudiera hacer lo que hace cualquiera que entra a un supermercado: comprar. Al día siguiente volvió y se fue, no con un pan bajo el brazo, sino con un compromiso: el de los ejecutivos de esta cadena de dejarle entrar con su labradora a cualquiera de sus tiendas, y el del Defensor del Pueblo, Hernán Cabrera, de trabajar en la redacción de una ley sobre perros guía. Aquel día se congregaron varias personas para apoyar a Richard: madres de alumnos de la escuela Aprecia para personas ciegas e integrantes del Club de Labradores. Sin embargo, ¿son los perros guía prioridad para las personas ciegas en Bolivia?

Gemma Candela/ Santa Cruz

“Tener un perro guía, ¿es una necesidad?”. El director del Instituto Boliviano de la Ceguera (IBC) de Santa Cruz, Rinat Chavarría, responde contundente: “No lo es”. Cuenta que hace ya algunos años el tema se discutió en el IBC central, en La Paz. Entonces se llegó a la conclusión de que el costo que implica mantener a un animal de este tipo no es asumible ni para buena parte de las 900 personas ciegas que viven en la ciudad anillada, como tampoco para la mayoría de las más de 4.000 que habita en el resto del territorio boliviano, según los datos del propio instituto. Cantar en los micros, tocar instrumentos en la calle y pedir limosna son formas habituales de conseguir algunos ingresos para muchas de ellas.

La directora de la Escuela y Centro de Rehabilitación para Personas Ciegas y Deficientes Visuales Aprecia, Roxana Arteaga, coincide con el director del IBC, pero por otros motivos: “Primero es necesario sensibilizar a la sociedad”. Cuando el 13 de julio el administrador del Hipermaxi de la avenida Cristo Redentor y Séptimo Anillo no dejó a Richard Mateos continuar con su compra porque iba acompañado de su labradora, Mali (él es una persona ciega y, en vez de bastón, va con perro) se puso en evidencia que hay un vacío legal, que no existe norma alguna en Bolivia que hable del perro guía. Como ya sucedía antes de la llegada de Mali y Richard, y a pesar del compromiso de los ejecutivos de Hipermaxi de dejar entrar a sus instalaciones a personas con perro guía, no hay una cultura ciudadana de respeto a la diversidad funcional. Un mudo ejemplo de esta realidad está a media cuadra de la escuela: allí se pusieron, en abril, semáforos auditivos para que las personas que acuden a Aprecia crucen más tranquilos el transitado Tercer Anillo Interno. Duraron dos días: hasta que alguien los rompió. “No hay cultura del respeto a las personas con discapacidad”, lamenta Roxana.

Tomar el micro, una misión casi imposible

La falta de educación se materializa en tropiezos constantes, ya asumidos como rutinarios por quienes los sufren cada día. Actividades cotidianas como tomar el micro, ya de por sí algo complicado en esta ciudad, se tornan más difíciles todavía. A veces, todos tenemos que dejar pasar algún bus porque va lleno; en el caso de las personas ciegas, no son ellas quienes deciden no tomarlo, sino que son los choferes quienes resuelven que no tienen tiempo (y eso que su trabajo consiste en recoger y dejar pasajeros) de esperar a que suban, algo que si toma más segundos de los que al conductor le gusta es, en gran parte, por lo difícil que resulta subir y bajar las altas gradas de la entrada. Roxana sostiene que es una misión imposible que una persona ciega pueda tomar el micro ella sola, ya que el micrero no para cuando la ve con su bastón.

El responsable del IBC no lo considera inviable pero sí reconoce que “la técnica número uno” para tomar un micro es pedir ayuda para identificar si pasa el bus que se necesita. Sin embargo, la ayuda no se encuentra siempre, ya sea porque no hay a quién pedírsela o porque, a quien se le pregunta, no quiere colaborar. En ese caso, ¿qué se hace? La estrategia de Rinat es: “Lo que suena a micro, lo paro”. También aconseja esperar en un semáforo para aprovechar y subir cuando el chofer detenga el vehículo ante la orden de  la luz roja.

Una vez dentro del bus, hay que preguntar al conductor si el lugar a donde se quiere ir está en la ruta de su línea y si puede avisarle al llegar. Aunque, cuando ya se conoce el recorrido, uno van ubicando las pistas de por dónde va y dónde bajarse. “Hasta un bache puede servir”, asegura Rinat.

En Santa Cruz no se cumple la ley

Una vez adentro, viene el asunto del pago. La Ley General para Personas con Discapacidad (Ley Nº 223) establece en su artículo 48 que cada municipio debe garantizar “beneficios y descuentos cuando se utilicen medios de transporte (para la persona y su acompañante)”. En Santa Cruz, el descuento es del 50% para personas con discapacidad, pero no para quien les acompañe, y sólo está estipulado para las rutas entre municipios y en las interdepartamentales, no para los recorridos urbanos.

Patricia Garrido, que usa un andador para caminar, cuenta que hace unas semanas compró un pasaje para ir a un municipio del sur de Santa Cruz y que le cobraron la tarifa completa. Al reclamar a la persona que cobraba, su respuesta fue: “El jefe no conoce la ley”. “Me siento impotente porque no sé a quién acudir”, reconoce durante una reunión de varias personas con Richard y Mali en la oficina departamental de la red de colegios Fe y Alegría. Una funcionaria de la Unidad Municipal de Atención a las personas con Discapacidad (UMADIS) que asiste también, Jacqueline Salazar, le indica que debe ir a esa instancia a poner una queja. Al preguntarle a esta misma persona por qué dentro de Santa Cruz de la Sierra no hay descuentos en los transportes, responde que la norma establece un descuento del 50% en los viajes interdepartamentales. Al recordarle lo que estipula el artículo 48, trata de contradecirlo repitiendo el mismo estribillo. Entonces, la pregunta es: el municipio de Santa Cruz, ¿incumple la ley? La funcionaria afirma con la cabeza.

Untitled Infographic 2

 

Artículo 48

 

Artículos 2

En los micros municipales, las personas ciegas se atienen al convenio firmado hace muchos años con el sindicato de transportistas y no pagan, cuenta Rinat. El inconventiente es que los choferes jóvenes no lo conocen. “Lo explicamos y nos sentamos igual”, dice, riendo. Sin embargo, el descuento debería aplicarse para todas las personas que tienen algún tipo de discapacidad. 

Patricia Garrido vive en la Villa Primero de Mayo. Para llegar a Fe y Alegría ha tomado un taxi que le ha costado Bs 35. Miguel Rojas Saavedra, del Comité Departamental de la Persona con Discapacidad (Codepedis) y de la Federación Cruceña de Personas con Discapacidad, (Fecrupdi), denuncia que los micros no se detienen cuando él les hace el alto. Tiene una sola pierna y usa muletas. “Las autoridades no sienten las necesidades que tenemos nosotros”, opina. Cuenta que cuando estuvo en Brasil, hace un tiempo, vio buses adaptados con rampa automática. Y lo cuenta, no con admiración, sino con la indignación de saber que aquí también debería haberlos (como establece el artículo 17 de la Ley  Nº 223). “Yo no he encontrado un sólo micro adaptado”.

En la primera fila de asientos de los buses tienen prioridad para sentarse las mujeres embarazadas, viajeros con niños pequeños, ancianos y personas con discapacidad. “Desde la UMADIS hicimos una campaña: ‘Amigo, estás ocupando mi asiento’. Pegamos stickers en los micros para concienciar”, comenta la funcionaria de la Alcaldía. Rinat, Miguel y Patricia aseguran que son muy pocos los que toman en cuenta el mensaje del adhesivo.

DSC 0035

Mali es la protagonista durante la visita de Richard Mateos a la escuela Aprecia. Foto: Gemma Candela

La necesidad no es tener un perro guía, sino un trabajo

Dos jóvenes, Evelyn Reyes, que lleva gafas de sol, y Ricardo Cruz, ambos con bastón, se han sumado a la entrevista al director del IBC. Tener o no un perro guía, que los conductores de micros no les traten con respeto, que las veredas tengan el borde alto o que ni existan, no es la máxima preocupación para ellos. “Nosotros hemos aprendido a vivir con eso”, dice sonriente Evelyn. La inclusión laboral sí lo es.

Hay algunos casos de personas ciegas que desempeñan una profesión, explica Rinat, como el de una periodista que trabaja en un canal de televisión como coordinadora de temas internacionales; o como hacen dos abogados independientes; también está el profesor que ocasionalmente enseña materias de comunicación en una universidad privada; e, incluso, hay una farmacéutica que tiene su propia botica en La Ramada. Pero son casos aislados. Los propios gobiernos municipales deberían dar ejemplo, sugiere Rinat, contratando a personas ciegas rehabilitadas y con el bachillerato terminado en sus centrales de atención telefónica. Y hay personal para contratar, pues las nuevas generaciones de personas ciegas se forman, al menos, hasta el nivel bachiller, afirma Roxana. También los hay que deciden seguir estudiando, ya sea una carrera técnica o una licenciatura. Formarse les hace alejarse de la “tradición” de pedir limosna, y así optar a un trabajo “para que se sientan igual que los demás”, puntualiza la directora de Aprecia. 

La rehabilitación

Rinat ya había cumplido los 10 años. Tenía los conceptos de la distancia entre cuadra y cuadra, de las formas (cuadrado, círculo, rombo...), los números. Entonces dejó de ver. A las personas que como él han tenido visión, se les da rehabilitación, que consiste en una serie de técnicas para que sean independientes: AVD (Actividades de la Vida Diaria), que consiste en lavar ropa, planchar, cocinar, limpiar, y OYM: Orientación y Movilidad. 

Si alguien nace ciego, se le habilita la estimulación con texturas y sonidos. Los colores, de los cuales no tiene el concepto, se asocian con temperaturas: rojo, caliente; celeste, frío. Como tampoco tiene la concepción visual de lo que es una cuadra, se crea, por ejemplo, con una maqueta, explica Rinat.

Después de todo este proceso aprenden braille. “Luego, pueden estudiar”, afirma el director del IBC.  “Estudian doble”, explica Roxana. Los niños ciegos van por la mañana al colegio de educación regular y por la tarde acuden a las aulas de Aprecia, donde los profesores de apoyo les pasan las tareas a braille para que puedan realizarlas. Luego, los docentes las transcriben de nuevo a letras y números. 

La educación es cosa de todos

En Aprecia no sólo se enseña y apoya a personas ciegas: también se forma a sus familiares cercanos para que aprendan a comunicarse con sus pequeños. “Cuando un niño pierde la visión, la familia pasa por una especie de etapa de luto. Muchos niños quedan relegados al hogar porque sus padres no saben cómo comunicarse con ellos”, comenta la directora. Sin embargo, es la sociedad al completo la que debe formarse, sostiene. “Deberíamos aprender cómo ayudar a una persona ciega sin hacerla sentir inferior, como pegarse a quien está esperando a cruzar la calle y ofrecerle el brazo”. Igualmente se debe conocer qué significa la postura del bastón, pues existe un lenguaje del uso de esta herramienta. Por ejemplo, si está levantado, es porque la persona quiere atravesar la calle. 

DSC 0032

Durante su visita a la escuela Aprecia, Richard le contó algunas anécdotas de vida y de viajes a las madres de niños ciegos. Foto: Gemma Candela

Hasta que la educación ciudadana que se está dando a los más pequeños surta efecto, la realidad es hostil. A la oficina de Rinat ha llegado otra persona, Álvaro Torrico. Tiene que ir a hacer unas fotocopias para el instituto. “¿Nos presta su vista de águila?”, me pregunta el director. Y saca de su bolsillo tres billetes de diferente valor. “¿Éste es uno de Bs 50, ¿verdad? Y éste, ¿uno de Bs 20?”. “Sí. ¿Cómo lo ha sabido?”. “Porque los de 20 están más nuevos y el de 50 sé que está especialmente viejo, pero quería confirmarlo”, ríe. Es que los billetes bolivianos, como sorprendió a Richard, son del mismo tamaño y no llevan el importe en braille, como sucede en otros países tales como Colombia, México u Honduras. También existen unos medidores de dinero con indicaciones en braille. El IBC propuso al Banco Central de Bolivia que tomara medidas para facilitar el manejo de los billetes, porque los actuales son “anticiego”, dice Rinat. Sin embargo, no hubo respuesta favorable. Así que no queda otra que separar el dinero y confiar en la buena fe de la gente, igual que para poder tomar un micro.

 

Visto 5128 veces Modificado por última vez en Martes, 18 Agosto 2015 09:50
La Pública

La Pública es un proyecto que busca crear y gestionar espacios para el ejercicio ciudadano a través de redes sociales y fuera de ellas, articulando para ello el periodismo digital y el activismo.

fb htw hyt h

lp15

 

La Paz - 71597592
Cochabamba - 71786333
Santa Cruz - 71528022

 

cc