Jorge Ernesto Barrón Morales, estudiante
Seudónimo Papel Celofán
Entre varias acepciones, el diccionario define a la persona “tonta” como aquella que obra con ingenuidad o sin malicia y que no se aprovecha de las ocasiones. Es justamente eso lo que nos brinda la obra Delirios de Papel, de la compañía chilena La Llave Maestra: una buena dosis de risas ingenuas e incontables imágenes para guardar en la memoria. Aunque, a diferencia de la definición anteriormente citada, el elenco chileno aprovecha cada ocasión para usar de manera simple y magistral esos metros cuadrados de papel.
Generalmente, cuando vamos al teatro, al entrar al espacio ya podemos tener una primera impresión de la obra al ver la escenografía, quizá un poco del diseño de luces y una que otra vez a actores o actrices esperándonos en escena. En este caso, la primera imagen es una gran hoja de papel, totalmente blanca, como simulando ser un telón. Ésta deja un destello de serenidad y hace pensar que la poesía y lo sublime se apoderarán de las tablas durante los minutos siguientes.
Comienza la obra y golpes agitan el telón para dar paso a un pequeño barco que navega por ese inmenso mar, blanco y vertical. El telón se abre, pero no de la manera convencional, sino por finos cortes en el papel que dejan asomar cabezas, manos y pies de los intérpretes. Éstos emiten sonidos de bebés llorando, bebés riendo que, ayudados por dibujos sobre el papel, hacen tonterías que el público disfruta, tonterías divertidas e inocentes que, a su manera, son totalmente poéticas.
Foto: Sergio Alavi
A partir de ahí, ese gran blanco se pintará más y más para convertirse en vestuario, personajes, objetos y todo cuanto la imaginación de los creadores permita evocar en la del espectador. Porque si algo requiere la puesta en escena es que el espectador sea cómplice, que se despoje de la cotidianidad, de las obligaciones, las urgencias y la importancia que cada uno tiene (o se da), para convertirse en un tonto más.
Acompañando la representación, la operación de luces, precisa, casi milimétrica, se transita por todos los mundos a los que los diferentes sketch llevan, en un sube y baja de emociones, pasando por lo risible, lo romántico, lo absurdo, lo mágico. Eso mágico que parece que sólo el audiovisual puede ofrecer actualmente, La Llave Maestra lo hace posible sobre las tablas, haciendo visible y plausible una gran consigna del clown: que para ser tonto hay que ser tremendamente inteligente.
El último trecho de la obra presenta una celebración, a la que el público se une con aplausos y lanzando bolas de papel. Para que ese ir y venir de papeles entre las butacas y el escenario nos recuerde que las artes escénicas fueron, son y serán siempre un lugar de intercambio; un lugar que nos proporciona encuentros auténticos y reales entre personas vivas y presentes. Y que la celebración continúe, en un escenario vacío, una caja negra, un telón blanco; con el primer destello de luz de una obra y su último apagón.
Ficha técnica
Título: Delirios de Papel
Compañía: La Llave Maestra
País: Chile
Dirección: Edurne Rankin y Álvaro Morales
Elenco: Edurne Rankin, Álvaro Morales, Elizabeth Dastres y Mario Espinosa
Técnico: Walter González
Fecha de presentación: 27 de abril de 2018, FITAZ
Lugar: Teatro Municipal ALberto Saavedra Pérez
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Otros festivales, otros ganadores
La Red Boliviana de Periodismo Cultural viene convocando al concurso de crítica amateur desde 2016. Se ha aliado con organizadores de festivales en La Paz y Cochabamba.
Ganadores del primer concurso La Paz en el marco del Fitaz:
Primer lugar: Las trampas del duende. Segundo lugar: Los regalos de Momo. Menciones especiales: ¿Te duele?: tragicomedia en el cuadrilátero y La oscilaciòn de la identidad o No Yo.
La primera experiencia en Cochabamba, como parte del concurso nacional Peter Travesí 2017, tuvo su modalidad propia que consistió en laboratorios de prensa y crítica.
Y la segunda se hizo durante el Festival Bertolt Brecht 2017, con dos ganadores:
Primer lugar: Chancho, la inversión de una vida.
Segundo lugar: Agua que no has de beber