Lunes, 12 Enero 2015 12:36

Me siguen llamando Charlie

 

Lo ocurrido en la redacción de la revista Charlie Hebdo nos trae 12 muertos para sumar a la larga lista de los asesinados por la intolerancia desde que comenzamos a vivir en las cavernas (peleándonos por el fuego, seguramente) y que en pocas horas ha logrado que se sumen muchos más, asesinando rehenes, asesinando sospechosos, asesinando secuestradores, asesinando asesinos.

Marco Tóxico, ilustrador

Hace unos días recibí la invitación de la periodista Mabel Franco para redactar un pequeño texto sobre lo acontecido en la redacción de la revista Charlie Hebdo en Paris y la muerte de doce personas en manos de dos asesinos, supuestamente pertenecientes a un grupo radical islámico.

Dejando de lado los cabos sueltos que en más de un momento nos recuerdan peligrosamente, por incongruentes, a lo acontecido años atrás con las torres gemelas en Nueva York (como ser el hecho de que la prensa repita una y otra vez lo peligrosos que eran los hermanos Kouachi, lo altamente entrenados por las guerrillas radicales de Medio Oriente, al mismo tiempo que aquéllos hagan algo tan estúpido como olvidar una cédula de identidad en el auto usado para el ataque), de lo que más me interesa hablar es de la tristeza que nos trajo esta masacre.

En primer lugar creo que tengo que ser sincero con algo: jamás en la vida he tenido un ejemplar de Charlie Hebdo entre las manos (y si lo hubiera tenido, posiblemente no lo hubiera entendido ya que no sé francés), así que estoy en exactamente las mismas condiciones que la mayoría de ustedes. Mis referencias son las portadas de la revista (y uno que otro chiste interior) que vienen dando vueltas por la red desde que comenzó la polémica por los dibujos de Mahoma hace unos años.

Mi único vinculo con ellos es haber conocido al dibujante Luz (Renald Luzier) durante su visita a La Paz el año 2003 en el Festival Viñetas con Altura. Todavía guardo la matrícula universitaria que le di para que rayoneara a su antojo (y que obviamente ya no me sirvió para nada). Tal vez algunos de ustedes pudieron apreciar su salvaje humor en las páginas de la revista Crash # 6 o incluso haberlo conocido durante su estadía en La Paz. Gracias a Marina Corro, una amiga en común, me enteré a las pocas horas del tiroteo de que él no estaba presente en las oficinas la mañana del atentado.

Había pasado muy poco desde los atentados (apenas unas horas) cuando comencé con la primera versión de este texto, pero a medida que fue pasando el tiempo van llegando preguntas que no siempre son fáciles de contestar porque tampoco deberían serlo. Perdonen si es que alguna de mis respuestas les pareces bobas o ridículas (lamentablemente me caracterizo por ser bobo y ridículo)

¿Es un acto hipócrita, tonto y/o oportunista lamentar lo ocurrido con Charlie Hebdo usando la frase "Je suis Charlie"?

Yo creo que no, que las tragedias siempre nos mueven, que las muertes violentas y sin sentido nos duelen sin importar dónde sucedan. Yo creo que la ahora famosa frase "Je suis Charlie " (Yo soy Charlie), que tan rápidamente se ha convertido en consigna, hashtag y bandera de muchos, lo que nos ha dado es un punto de identificación, un punto en común con el que podemos expresar lo que sentimos al respecto. Obviamente habrá quienes lo usen porque se puso de "moda" o porque así demuestra su gran compromiso con la "libertad de expresión", esto es algo que escapa de las manos de todos y creo que no vale la pena perder el tiempo con eso (que lo utilicen también Obama, Merkel, Sarkozy y demás asesinos, racistas e hipócritas, me tiene sin cuidado, ya que lamentablemente también debemos compartir el aire que respiramos)

¿Es un acto hipócrita lamentar lo ocurrido con Charlie Hebdo, con "sólo" 12 muertos, mientras que en muchos países árabes los muertos se cuentan por miles?

Creo que lo peor que podemos hacer en estos casos es descontextualizar los hechos. Lamentar y condenar la muerte de los humoristas y el personal de Charlie Hedbo no está peleado, para nada, con lamentar y condenar las atrocidades que el estado israelí comete contra los palestinos, o lo que viene haciendo, desde años, el criminal ejército estadounidense contra Irak, Afganistán y cuanto país con petróleo se le ponga delante. Eso está claro, por lo menos para mí.

Contra lo que debemos luchar es que los cadáveres de Ahmed, Bernard, Cabu, Elsa, Franck, Fréderik, Honoré, Michel, Moustapha, Tignous y Wolinski se usen para construir un puente hacia más violencia y muerte contra países árabes que poco o nada tienen que ver con los asesinos, hacia mas masacres financiadas por los gobiernos que ahora, hipócritamente, se muestran dolidos.

Lo ocurrido en la redacción de la revista Charlie Hebdo nos trae doce muertos más para sumar a la larga lista de los asesinados por la intolerancia desde que comenzamos a vivir en las cavernas (peleándonos por el fuego, seguramente) y que en pocas horas ha logrado que se sumen muchos más, asesinando rehenes, asesinando sospechosos, asesinando secuestradores, asesinando asesinos.

¿Por qué nos sigue sorprendiendo, si matarnos entre nosotros al parecer es una de las cosas que mejor nos sale?

Pues porque hay algunos que pudiendo matar, eligen dibujar.

Enero de 2015

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