Sábado, 02 Agosto 2014 13:22

Magia con 20 bolivianos

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Verduras Verduras Mabel Franco

Mabel Franco y Carla Hannover / La Paz

La Paz

Tengo una familia de 9 miembros. Cada semana, sólo para el mercado, necesito de 600 a 800 bolivianos: carnes, fruta, verduras, cereales, especies, leche, yogur, mantequilla, quesos… Impensable solventarlo todo con los Bs 20 o 30 con que muchas familias en el país tienen para sobrevivir por día: no sólo para hacer mercado, sino para todo. Magos, yatiris… Magas, “yatiras”

Llevo Bs 20 en la billetera dispuesta a hacer la prueba, a pedido de La Pública, y me dirijo al mercado Kollasuyo, en la ladera este de La Paz. Recuerdo que muchas veces he visto a señoras acercarse a las caseras y preguntar por un boliviano de tomate, cuando la libra de este producto, en tiempos malos, sube hasta 4,50, como pasa ahora, en julio. Y he creído adivinar, porque no he sido capaz de mirar de frente, el gesto casi de humillación de la señora cuando la vendedora ha rechazado esa posibilidad. He sido testigo también de la compra de cuellos o patas de pollo, entre otras menudencias del ave, y me he conmovido hasta sentir la tentación de ofrecerle pagar yo el pollo entero para esa mujer casi suplicante.

No es fácil enfrentarse a las vendedoras con sólo monedas. Da miedo. Salvo que se haga trampa. Como mis caseras ya me conocen, no dejan de mimarme al verme llegar. Se aprestan a llenar las bolsas. Les digo que esta vez voy a llevar todo lo que me cueste un boliviano. Como voy con mi hija, la verdulera se ríe y me pregunta: “¿Encuesta para el colegio es?”. “Sí”, miento por comodidad. Entonces voy pidiendo de todo un poco y el ejercicio se desarrolla entre carcajadas, pues no deja de ser gracioso para la vendedora calcular la cantidad de arvejas o de habas que me corresponde. Al final tengo: dos tomates perita, cuatro locotos con quirquiña de yapa, tres zanahorias, un pimento morrón mediano, tres nabos, unas 20 vainas de arveja, seis papas blancas y una tajada de zapallo. No puedo llevar pepino, lacayote, lechuga suiza, brote de alfalfa y otras verduras que resultan exquisiteces para mi monedero. Pago Bs 9.

Lejos del puesto bien surtido de mi casera me acerco, por vez primera, a una vendedora que está a ras del piso, no sin antes asegurarme de que aquélla no me vea traicionarla. Es algo así como una vendedora de categoría inferior por el hecho de que no tiene un puesto fijo. Pregunto por cosas de un boliviano y, me sorprendo, busca qué darme con enorme amabilidad. “No te preocupes, bien te voy a dar; todo está caro, ¿no?”, me consuela. Puedo llevarme tres plátanos de freír, seis papas khati, unas 20 ocas y una bolsita con verduras picadas. Me ofrece ramitos de perejil o de apio, pero no los acepto pues ya he gastado Bs 13 y me falta fruta y, ¡oh, ilusa!, carne.

Con la fruta no tengo lío. Mi casera de siempre acepta el juego del boliviano y elige un durazno, un kiwi, una manzana chica, dos plátanos, dos naranjitas y dos mandarinitas. Listo. Bs 19. ¿Qué carne buscar con un peso?

Las carnes las compro hace años en el supermercado. Por eso, no tengo caseras en el Kollasuyo. Resignada al vegetarianismo, salgo del mercado y de pronto me animo a acercarme a una antigua casera, aquella que le vendía a mi mamá y con quien siempre nos saludamos atentamente. Siento que empequeñezco cuando le pregunto con la voz más dulce posible: “Case, ¿qué me puedes dar por un boliviano?”. “¿Un boliviano?, dos patas y un cuello de pollo”, me dice como disculpándose. “Me llevo”, le digo y ella reacciona: “Tanto tiempo te conozco, caserita, llévate esto más”, me entrega el cuello con la cabeza picuda incluida.

Bs 20 clavados. No sé si reír o llorar.

El Alto

Si una no lo pide, en El Alto, donde se dice que todo es más barato, no se vende “nada” en “un pesito”. Es martes por la mañana y en el mercado Santos Mamani, ubicado en la zona 16 de Julio, donde me dispongo a hacer las compras del día. Allí hay de todo: frutas, verduras, carnes y flores, entre otros insumos, aunque no cerca de la mitad de los puestos están cerrados. “El fin de semana es cuando hay más movimiento”, me dice la joven que me atiende desde su puesto de verduras. Es menos tímida que las demás vendedoras, pero al igual que las otras se rehúsa a dar su nombre.

CaseraElAltoLa joven vendedora del mercado alteño llena la bolsa con montoncitos de verduras FOTO: Milen Saavedra

Zanahoria, vainitas, nabos, arvejas habas y betarragas, entre otras verduras, están acomodadas en montones que cuestan dos bolivianos. “Y si quisiera un pesito de arvejas”, le pregunto. La joven me mira y se ríe. “Ya no hay nada a un pesito. Hace como dos años que los montoncitos de verdura han subido a dos pesos”, me aclara. No son montones pequeños, eso sí, lo que me anima a hacer mis compras en su puesto. Tengo 20 bolivianos en el bolsillo. Quiero saber qué me puedo llevar por ese monto, que es en promedio el que los alteños invierten al día para vivir, según estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE).

CaseraElalto1Montones de zanahoria, nabo, arbeja y tomate se ofertan a dos bolivianos FOTO: Milen Saavedra

Con 15 bolivianos tengo una libra de zapallo (Bs 2); menos de media libra de vainitas (Bs 2), una libra de zanahoria (Bs 2), un montoncito de espinaca (Bs 2), una lechuga mediana (Bs 2), una libra de tomate (Bs 3) con tres locotos y un ramito de quirquiña, cortesía de la casera, y un montoncito de arveja (Bs 2). Una vez hecha la compra me dirijo al sector de carnes. Doña María es la primera vendedora de la sección, ella y comercializa carne de pollo. Me acerco a su puesto para ver qué me puede dar con los últimos cinco bolivianos que me quedan.

“¿Por cinco?”, me dice. “No te alcanza para mucho; el kilo de pollo está a 14 bolivianos”, agrega un poco angustiada, como si la casera no quisiera que me vaya con las manos vacías. “Te puedo dar un kilo de cuellitos y mollejas, pero a seis bolivianos. Muchos se llevan así para su sopa”, me dice. ¡Listo! Tengo tres cuellos y cuatro mollejas que se irán directo a la olla.

He gastado 21 bolivianos. Es decir, me he excedido del presupuesto y eso que no estoy considerando el transporte. ¿Cómo hará la gente para sobrevivir?

La otra opción, para evitarse el mercado y la posterior cocinada, es optar por la variada oferta de almuerzos que se venden en esta ciudad. De hecho, al salir del mercado Santos Mamani el olorcito de un ají de fideo llama mi atención y con justa razón, pues Julieta oferta en su puesto unos platillos medianos de un suculento guiso de fideo acompañado de una silpancho o un huevo frito todo por Bs 3.50. También oferta refresco de orejón, a Bs 2 el vaso. De hambre no moriría si fuera una persona sola, pero tengo más comensales en casa por lo que me toca hacer el mercado y apelar a que las caseritas me yapen verduritas o hierbas aromáticas.

La experta en economía Beatriz Muriel explica que en El Alto el costo de vida es mucho más barato que en La Paz. Señala, basándose en datos del Instituto Nacional de Estadística, que una persona que vive en esa ciudad vecina de La Paz necesita aproximadamente 510 bolivianos para pasar el mes, es decir con aproximadamente con 17 bolivianos o quizá un poco más al día.

Lo que he comprado me alcanzará para unos dos o tres días, porque mi familia es de sólo dos miembros. Para más, impensable. Porque hay que pensar en el pan, la fruta, la leche, el alquiler...

El mercado Santos Mamani es uno de los 36 comercios minoristas de El Alto, donde la oferta es relativamente más barata. Sin embargo, si uno busca un precio todavía menor, siempre se puede ir a cualquiera de los tres mercados mayoristas, donde desembarcan los productores de carnes, verduras y frutas o quienes importan abarrotes que revenden al por mayor. “Si aquí vendemos a Bs 2 la libra de zanahoria, allá la encuentras a Bs 1”, me explica la casera de verduras. Quizás allí le saque más provecho a mis 17 o 20 bolivianos diarios.

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