Karmen Saavedra Garfias, investigadora
El Teatro Municipal de Heidelberg (Alemania) organizó el primer festival Iberoamericano de teatro, del 11 al 18 de febrero de 2017. Lene Grosch, directora artística del mismo en diálogo con los curadores Ilona Goyeneche y Jürgen Berger, señaló que para un evento como éste hay que evitar el temor latente de que los organizadores sean vistos como magnates del teatro que pueden comprar un programa a su antojo, además de que deben enfrentar el peligro de la trampa poscolonial con sensibilidad y no con actitud defensiva.
Los organizadores se plantearon el festival como un encuentro transfronterizo y por eso consideraron importante recurrir a la orientación y sugerencia local, para lo cual invitaron a los especialistas de teatro de cada uno de los países para diseñar el programa. Y para no hacer del mismo un mero muestrario, se publicó un libro bilingüe en el cual teatristas, periodistas e investigadores de Latinoamérica y España abren la puerta e invitan a conocer los caminos, las visiones y los medios del teatro y los teatros de la América latina e ibérica. Dado que el teatro es una práctica cultural inserta en una red de otras prácticas sociales, políticas y económicas, el libro es también una invitación a percibir los paradigmas y las paradojas que estos despliegan en un continente -en el caso de Latinoamérica- que desde que apareció a los ojos europeos se debate entre invenciones, construcciones y encubrimientos.
El Festival de Teatro Iberoamericano ¡Adelante! se llevó a cabo en cuatro escenarios del Teatro y Orquesta Municipal de Heidelberg, con la participación de Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Costa Rica, Perú, Uruguay, México, Brasil y España; 13 puestas en escena (una coproducción chilena-alemana) y 21 funciones teatrales. Según el intendente Holger Schultze, se organizó este festival gracias al entusiasmo que provocó el éxito y la inquietud que México dejó como país invitado del “Heidelberger Stückemarkt” (El mercado de las obras de teatro de Heidelberg) a principios del año 2015. Los organizadores quisieron con ¡Adelante! facilitar al público la oportunidad de conocer un panorama teatral variado, deslumbrante y poco conocido en Europa. Este Festival contó con varios auspicios y con el patrocinio del ex-ministro de relaciones exteriores de la República de Alemania Frank-Walter Steinmeier, quien señaló que el Festival de Teatro es un excelente ejemplo para visualizar la importancia social de la cultura y promover el intercambio internacional como la cooperación transfronteriza. Los curadores plantearon para el marco del Festival la tesis del “teatro político” como característica común de las propuestas.
Aunque ¡Adelante! fue anunciado como teatro iberoamericano, estuvo presente sólo un grupo de España y las otras actividades giraron más en torno de lo latino que de lo ibero. De ahí que ¡Adelante! resonó más como un festival latinoamericano, pese a que el nombre del continente no hacía referencia a todos los países del mismo. En el caso de América del sur, Bolivia no fue invitada a esta fiesta, tampoco Venezuela, Paraguay y las tres Guyanas. Lene Grösch encargada para el festival de investigar el teatro en Sudamérica, lamentó la ausencia de Bolivia, atribuible a que no fue posible coordinar con el Ministerio de Culturas, pues no hubo respuesta del mismo. Puede ser también que las dificultades generales de coordinación se hayan debido a que -cuando hace dos años se empezó con la organización- Bolivia no formaba parte de Iberescena, lo que obstaculizó el acceso a la información del panorama teatral en Bolivia y a las mediaciones para generar contactos internacionales.
La percepción de lo latinoamericano
¿Cómo se puede describir la identidad latinoamericana? o ¿qué es exactamente la identidad latinoamericana? ¿qué tiene en común el teatro latinoamericano? Ésas fueron las preguntas más frecuentes e insistentes realizadas por el público especializado y no especializado en las conversaciones con los artistas después de cada función, en la discusión sobre política cultural, en la mesa redonda sobre hacer teatro en Latinoamerica y en la presentación del libro Un panorama del teatro iberoamericano. La mayoría de las respuestas abogaron por la heterogeneidad, la variedad, lo fragmentado y lo múltiple de lo latinoaméricano. Entonces, cuando uno podría estar a punto de señalar que lo único común del teatro latinoamericano es el idioma, ahí estaba Brasil obligando a pensar nuevamente la respuesta. Pese a eso, por lo menos durante el festival el castellano fue la casa común de lo latinoamericano y los organizadores tuvieron la gentileza y el tino de no recurrir al inglés como lengua de intercambio, sino a la traducción y la interpretación simultánea para todos los eventos en el marco del festival. Por supuesto que se intentó traducir todo lo que se pudo, aunque quedó intraducible un mar de sentidos, connotaciones y guiños.
Respecto a Latinoamérica se puede afirmar, tanto por el comentario del público asistente a las funciones de teatro como por las opiniones de los especialistas alemanes, que ésta es una especie de fantasma, pues todos saben que está ahí pero nadie puede describirla porque los nombres con los que se intenta nombrarla sólo designan partes de ella al mismo tiempo que encubren otras. Y parece suceder lo mismo con los teatros que se practican en el continente y que están presentes en el festival: éstos se tornan esquivos porque la experiencia cultural y teatral alemana no encuentra equivalente para percibir dimensiones de lo latinoamericano que por un lado escapan a los estereotipos y al folclore y por otro no encajan con su sistema teórico de lo teatral. Los organizadores no por eso renunciaron a establecer vínculos y generar una comunidad de encuentro. Durante siete días, ¡Adelante! fue una fiesta que permitió avanzar en el reconocimiento mutuo entre teatristas, críticos, académicos e investigadores, a los que se sumó un público respetuoso y muy atento que volteó taquilla en todas las funciones, pese a la enorme dificultad del convivio teatral mediado por la traducción. ¡Adelante! convocó al público alemán, que mediante largos y sostenidos aplausos respondió al buen nivel de cada uno de los grupos y a muchos latinoamericanos de diferentes ciudades de Alemania, quienes llegaron a Heidelberg a reencontrarse con lo latinoamericano mediados por el arte, participando aunque sea de manera efímera de las preguntas sin respuesta sobre la memoria, la violencia, el racismo, el poder, lo Otro y la paradoja del teatro en el teatro.
Teatro político y lo político en el teatro
Santiago Sanguineti del Uruguay, autor del sorprendente y explosivo texto Sobre la teoría del eterno retorno aplicada a la revolución en el Caribe considera que el hecho de ser latinoamericanos nos da derecho a hablar de todo porque tenemos las raíces de los negros, de los europeos y de los indígenas. En el festival, ese derecho fue ejercido por una generación joven de teatristas, quienes recurrieron a técnicas actorales, tonos, lenguajes y géneros dramáticos muy diversos entre sí. Para Sanguinetti el humor negro tiende a provocar y generar debate y el debate es la base del teatro político, fiel a ese pensamiento, este joven director genera en la puesta en escena una tensión entre la mesura y el exceso para lanzar con mucha ironía la pregunta de ¿qué hemos hecho con la hermosa palabra revolución? En la escena, cuatro cascos azules provenientes del Uruguay, fascistas hasta en el intento de querer ser idealistas o pacifistas, están instalados en una base militar del Puerto Príncipe en Haití, donde estalla la revolución; pese a todos los intentos, éstos no logran comprender las razones de la violencia de los haitianos y cuando en ese intento recurren a Hegel, Marx, Lenin y Nietzsche, la sátira y la farsa se apoderan de la escena. Al final, la voz del soldado desubicado que pregunta ¿y cómo era entonces que se puede generar capital hoy en día? provoca la risa incómoda, típica del grotesco. Según Sanguinetti, estos soldados son una muestra de la contradicción que enviste a Latinoamérica que se refleja en los gobiernos que fueron de izquierda y ahora se están volviendo de derecha.
Desde una perspectiva panorámica resaltan los procesos de dramaturgia basados en la investigación y la reflexión tornando a la dramaturgia una zona de encuentro de dos actividades por mucho tiempo antagónicas como la investigación científica, histórica y la investigación artística, en esa zona la dramaturgia ya no opera como mero resultado de la inspiración, la imaginación, la creatividad y la ocurrencia, sino que todo eso se hace perceptible y sensible por medio de las preguntas agudas que sostienen las historias o las situaciones. De esa manera la dramaturgia y la puesta en escena van a la par generando experimentación artística e interpelación-reflexión social empleando el humor negro, la sátira, la ambigüedad o tonos más apelativos y elocuentes.
Así, durante tres horas y media de función Brasil con Una tragedia latinoamericana con poesía, canto, música y un montaje de fragmentos de textos literarios de 24 autores discurrió por el estado trágico y cómico del devenir de Latinoamerica rodeada de sombras patriarcales, coloniales y la imposibilidad de poder nombrarse a sí misma ante un espejo que sólo quiere reflejar su imagen estereotipada. Pablo Manzi, dramaturgo de Donde viven los bárbaros, junto a Andreina Olivari propone una puesta en escena minimalista que privilegia la ambigüedad. Nuevamente el humor negro da cuenta de la no apertura al Otro, al extraño, porque es más fácil proyectar en él la imagen del bárbaro, del neonazi o del buen salvaje que cuestionar los prejuicios; justificando así muchas atrocidades y los miedos más absurdos.
El miedo y el terror a la invasión y la perturbación se trabajan asimismo en la coproducción chilena-alemana Not in my backyard, en la que los personajes se tornan caricaturescos y grotescos ante la tensión que se genera en una ecocomuna otrora hippie y hoy burguesa por la construcción de viviendas sociales para los pobres que amenaza con perturbar su idílica vida. Para impedir ese avasallamiento territorial, recurren al asesoramiento de expertos alemanes y cuando están a punto de recurrir a la violencia para librarse de los pobres, una inundación impide la construcción y lo que queda es el cinismo y la doble moral de la cara más amable e intelectual de la burguesía.
De la burguesía que guarda vínculos con la aristocracia y hace alianzas perversas con la iglesia y el ejército para legitimar su inutilidad como condición para gobernar, se encarga Teatro Sur. El director y dramaturgo de Inútiles, Ernesto Orellana, recurre a la alegoría para problematizar sobre el racismo en Chile como sentimiento común del chileno europeizado y colonizado contra el indígena. Con los medios del teatro barroco y tres buenos actores que personifican a la madre patria, la iglesia y el militar criollo sostienen la farsa y articulan pasado y presente.
Inútiles, Chile.
Con un recurso parecido, Fabián Sales de Costa Rica, cual si fuera un juglar moderno o actor del teatro Isabelino, asume los monólogos de los personajes femeninos de Ricardo III de William Shakespeare. Algo de Ricardo propone un parangón entre la ambición y los límites infinitos de la maldad por obtener el poder de Ricardo III y la jerarquía, la vanalidad y la soberbia en el mundo teatral, dando a entender que el poder corroe todo lo que toca, incluyendo el teatro.
Ese pensamiento se vuelve a escuchar en la voz de Creonte: “nadie se conoce hasta que gobierna”, en la versión de Antigona del grupo mexicano con dirección y dramaturgia de David Gaitán, quien recurre a la simulación de un “reality show” y del teatro en el teatro para que Creonte trate de entender las razones de la desobediencia civil de Antigona, al querer enterrar a su hermano en un país convertido en un cementerio. Gaitán recurre al melodrama y lo maniqueo, al mismo tiempo que ironiza estas dos formas de entender la vida que impiden pensar, reflexionar la democracia y el activismo.
Y mientras Antigona de Gaitán parece marcar el principio de una revolución, Mapa Teatro de Colombia en Los Incontados pone la voz en off del sacerdote guerrillero Camilo Torres Restrepo, que se repite una y otra vez: “hay que pasar del carnaval a la revolución“. En escena tres formas de celebración transcurren una tras otra como en un sueño de imágenes superpuestas y confluyen con tres formas de violencia marcadas por la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico. Violencia y celebración se vuelven aterradoramente en dos caras de una moneda. A la imagen inicial de niños de banda escolar tocando una marcha de guerra en una sala de estar, han sucedido otras ante los ojos de una niña que espera una fiesta de cumpleaños que nunca se realiza, como la revolución que se deja esperar en Latinoamérica.
Los incontados, de Colombia.
Fiesta y violencia también están presentes en La Cautiva de Perú, dirigida por Chela De Ferrari con texto de Luis Alberto León, en la que recurriendo a lo onírico y el desquicio, en una superposición de teatro naturalista y surrealista, se pregunta por la función de la memoria colectiva ante el conflicto entre terrorismo de guerrilla, militar y la complicidad de la sociedad civil limeña de los años 80, cuya indiferencia solapó el horror en los pueblos alejados de la capital.
El teatro físico de Argentina propuso una situación en la que amor y odio, negación y aceptación, son inseparables. Para ello recurrió al cuerpo como resonancia y transgresión de técnicas de actuación, de roles sociales y de leyes físicas. La propuesta lúdica de Un poyo rojo destila humor a torrentes, apelando al amor universal aunque la corporalidad de los dos gallos, o perro y gato, o dos hombres nos remite a una poesía visual de un homo-erotismo.
En un poyo rojo, Argentina, dirigida por Hermes Gaido.
Cuba ofreció dos propuestas: BaqueStritBoys del grupo Osikán, y Yilliam de Bala Cooming Soon del grupo Persona, tan parecidas como opuestas, casi un guiño o una muestra de aquello que se llama identidad latinoamericana, teatro latinoamericano. Difícil explicar los aspectos comunes como los opuestos porque eso pareciera escapar al orden racional de un discurso. Así, mientras el grupo Osikán recurre a una intersección entre teatro documental y Performance art para denunciar la violencia legal y social que se inscribe en el cuerpo de la homosexualidad y de la prostitución masculina, el grupo Persona crea momentos de desconcierto e interpelación mediante la poesía concreta, el video arte y la danza contemporánea. En un paralelismo con Esperando a Godot, en la propuesta de Sandra Ramy se espera a la diseñadora de moda Yilliam de Bala. El absurdo que se produce a partir de la ausencia nos remite a lo cotidiano y al culto de la moda en una liturgia con lo pasajero, lo superficial, lo efímero, donde todo tiene un precio, todo es desechable o intercambiable. Tanto el director José Ramón Hernández como la directora y coreógrafa Sandra Ramy indagan en las trampas del consumo y la prostitución, sea pagando por una prenda de vestir, por sexo o por un espectáculo teatral.
Finalmente está A House in Asia del grupo Señor Serrano de España desplegando la paradoja que resulta de relaciones antagónicas como lo local y lo global, realidad y ficción, simulacro y verdad como problema y como soporte dado que A House in Asia desafía toda definición de teatro y cine situando al espectador frente a un cine en directo o un teatro en diferido o un teatro-cine en la que se desmonta los dos montajes o copias que se hicieron de la casa de Osama Bin Laden. Montaje y desmontaje, villanos y héroes mero producto de reflejos y proyecciones en conexión con los parelismos que Moby-Dick y el Capitán Ahab brindan ya sea en el “Western” o la guerra contra el terrorismo.
El lujo
El teatro de Latinoamérica que asistió a la cita de ¡Adelante! en Heidelberg actualiza la complejidad de las constelaciones y las indefiniciones donde lo latinoamericano discurre y se escurre de toda categorización. Mirando el conjunto de las presentaciones es claro que la mordaza de lo políticamente correcto no es el eje de este teatro, sino la necesidad de cuestionarse, de confrontarse con el oficio de actor y la dimensión política del teatro a veces en tono melodramático, otras por medio del sarcasmo y la ironía.
!Adelante¡ fue un gran paso y un buen inicio para encuentros culturales transfronterizos. Georg Kasch, crítico de teatro alemán, señala que “cuando pienso en lo vibrantes que resultaron estos días, en cuánto hemos podido experimentar, en la empatía y curiosidad que mostró el público, en que incluso los directores y actores tuvieron la energía para asistir a las obras de sus colegas, debo insistir en que fue un lujo necesario, un lujo relevante.” El teatro en Latinoamérica, sin lugar a dudas, es un lujo relevante, necesario y el hecho de que se lo haga pese a todas las condiciones adversas es la acción más política de los que hacen teatro, como de los que asisten al teatro. Ese teatro con espíritu de grupo, de colectividad que marca diferencia con las mega producciones.
Así, mientras en Alemania el tiempo medio de una producción teatral lleva dos meses, los grupos de teatro que protagonizaron el festival señalan que dedican a los proyectos teatrales entre un año a dos. Dependiendo qué noción se tenga del tiempo y del dinero, esto puede percibirse como lujo o precariedad. Para Diego Aramburo, director boliviano de teatro, la precariedad de hacer teatro en nuestro país es tal que uno es libre de hacer lo que quiere. Libertad que también suele ser un lujo del teatro latinoamericano.