Viernes, 22 Julio 2016 13:36

El derecho a la segunda opinión es ley

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El derecho a la segunda opinión es ley Mabel Franco

La Ley 3131 reconoce a los pacientes el derecho a la segunda opinión médica. Sólo que esta perrogativa no es muy publicitada, no está reglamentada y se hace de difícil cumplimiento en el seguro público sobresaturado. En todo caso, los seguros privados están obligados a ofrecerla y hay algunos que, si se solicita, garantizan incluso una tercera.

"No lo sabemos todo, pero buscaremos las respuestas" es un principio en el Centro Médico Internacional Hope. Esta apertura médica, que en otros centros de salud se traduce en las juntas médicas para enfrentar casos difíciles, es un recurso más para asegurarle al paciente la posibilidad de encontrar la mejor atención a sus problemas. Sin embargo, lo que el paciente en Bolivia debe saber es que la segunda opinión, y aun la tercera, es su prerrogativa y debe exigirla en cualquier centro y ante cualquier seguro de salud.

“Somos médicos, estamos formados para buscar soluciones a las dolencias del paciente; pero no somos dioses, no lo sabemos todo”. Esto, dice el médico Sergio Armaza, “lo admitiremos ante el paciente del CMI, le diremos que su caso es difícil y le pediremos dos días para encontrar las mejores opciones de tratamiento”.

El CMI tiene relaciones de colaboración con el hospital Arco Iris en Bolivia. Y es parte de una red de centros similares que están en Estados Unidos, lo que posibilita la telemedicina para contactar con especialistas internacionales.

Pero, solicitar una segunda opinión --e incluso una tercera-- va más allá de la buena voluntad del profesional: es un derecho del paciente. La Ley del Ejercicio Profesional Médico de Bolivia les reconoce a los pacientes tal atribución en el inciso C del artículo 11: "Solicitar la opinión de otro médico en cualquier momento". Esto implica que los seguros y centros médicos públicos y privados deben responder a las exigencias de una persona de escuchar otra opinión sin que le cueste dinero extra, por ejemplo, y sin que el profesional de inicio se sienta agraviado.

Bisa, servicio de seguros y reaseguros, reconoce ese derecho en la póliza de cobertura de salud. Quien atiende el teléfono para brindar información, admite que los clientes no suelen preguntar por este aspecto. En el caso de Alianza, si el cliente lo solicita, la compañía ofrece un seguro que contempla hasta una tercera opinión, salvo en casos de cirugía. Es cuestión, por tanto, de conocer la ley y solicitar su aplicación.

Este derecho no es muy publicitado, en todo caso. Por eso, es preciso remarcarlo: la ley 3131 garantiza la solicitud. Lo que hace falta es que se especifiquen los pasos para concretarlo. Y, claro, condiciones para que en el sistema público, sobresaturado, sea aplicable. Como señala Lourdes Quispe, empleada pública, "¿segunda opinión?, ya me sentiría feliz si fuese posible contar con una. Ir a un especialista te toma meses en la Caja (Nacional de Salud); no sé cuánto tomaría ir a un segundo".

Sólo como ejemplo de lo que pasa en otras latitudes, en Cataluña (España), un decreto especifica los casos que justifican la demanda de una segunda opinión médica:

  • Si le diagnostican una enfermedad degenerativa progresiva del sistema nervioso central, sin tratamiento curativo, o un cáncer maligno (si es cáncer de piel, sólo se puede solicitar si se trata de un melanoma).
  • Si tienen que operarle de cirugía ortopédica con riesgo de limitación funcional importante, neurocirugía, cardiocirugía, cirugía vascular o cirugía oftálmica.
  • Si le han prescrito la necesidad de un trasplante.
  • Si le han diagnosticado una enfermedad rara (incluidas las de orígen genético). El concepto de enfermedad rara hay que entenderlo como aquella enfermedad que comporta peligro de muerte o invalidez crónica y que, como mucho, afecta a cinco casos por cada diez mil habitantes.

Dice la ley de esa región: "En cualquiera de las circunstancias mencionadas, desde la unidad de atención al ciudadano del mismo centro asistencial donde le atienden le informarán del derecho a pedir una segunda opinión médica, de los centros que pueden ofrecérsela y del tiempo que tardará en obtenerla". Y se definen pasos, llenado de formularios y otros mecanismos para garantizar el proceso.

El respeto de este derecho del paciente ayudaría a disminuir errores de diagnóstico, como prueban muchos testimonios de pacientes.

Roxana Pintado Sorí
Te puedo contar una historia de misterio sobre la Caja Petrolera. Mi hija tenía 3 años y llevaba una semana mal, con dos diagnósticos diferentes del pediatra de la Caja Petrolera. El último día no respiraba bien, estaba morada y era obvio que tenía algo respiratorio. Pues allí solo se les ocurrió diagnosticar infección urinaria. Le hicieron los exámenes, que no querían mostrarme. Terminé robándomelos y llevándola a un privado. La niña tenía neumonía y era evidente en los exámenes y una simple radiografía. Hubo que internarla una semana en una clínica particular; pero les hice devolverme hasta el último centavo que gasté, bajo amenaza de aparecer allí con todos los medios de comunicación. Nunca más la llevé a ese seguro.

Y los casos suman:

"A mis 24 años me atacó un acné terrible", cuenta Belén Asturizaga, hoy de 27 años. "Mi mamá me llevó a distintos médicos: dermatóloga, homeópata, endocrinólogo. Cada uno me dio una serie de recetas que tomé, sin resultados. El último me ordenó acudir a hormonas y algo más que no recuerdo. Antes de hacerlo, como última medida, acudimos al pediatra que me conoce desde que nací. Cuando vio la receta, se alarmó. Dijo que era una barbaridad y me dio un tratamiento distinto. Estoy curada y sin secuelas".

"En la Caja (Nacional de Salud) llegaron a ordenar una operación de corazón abierto a mi hijito. Lloré mucho", recuerda Guadalupe (48 años). "Por suerte, llegó de España un hermano que, al saber de la gravedad de la situación, me ofreció pagar un médico privado para que vea a mi hijo. Eso hicimos. ¡Era un error de diagnóstico! Mi hijo tiene asma".

Algo del espejo

La vocación de los centros Hope es, cabe aclararlo, la medicina preventiva, de evidencia y familiar. El paciente que acude con alguna dolencia recibirá el consejo no sólo para ésta sino, según la edad y otras condiciones particulares de la persona, para exámenes que ayuden a prevenir otros males. El CMI tiene una capacidad instalada, allí mismo, de laboratorios equipados para análisis básicos de sangre, orina, heces, radiología, perfiles renal y hepático y otros, de manera que no es necesario salir del lugar, buscar un laboratorio, esperar los resultados, recogerlos, retornar con ellos ante el médico… “no queremos que la persona peregrine de un lugar a otro”.

Desde pediatría hasta geriatría, la atención cubre todo el espectro de edades. Un médico general recibe al paciente y, sólo si la evidencia lo indica, deriva el caso a un especialista. “El 95% de los casos los resuelve el médico general; hay que entender que un especialista está formado para responder a casos complicados y se llega a él cuando no se ha logrado respuestas previas”.

¿Cuánto cuesta este servicio?, se estará preguntando a estas alturas el ciberlector. Porque si un seguro público es problemático, lo es también por el relativo bajo costo que representa. Lo que hace que acudan muchas más personas de las que se puede atender con calidad.

El CMI es pago, no trabaja con seguros, y cobra lo que es casi estándar en el sistema privado: Bs 200 la consulta.

Los pacientes que acuden son, sobre todo, de ese sector de la ciudad de La Paz, donde habita gente con poder adquisitivo, aunque hay personas de otras zonas que, anoticiadas por la publicidad boca a boca, por ahora, llegan a la esquina de la calle Las Retamas 8482.

Daniel Rodrigo, de 22 años, sentado en la recepción del CMI el 11 de marzo de 2016, dice que acompaña a su tía, quien se ha estado quejando de dolor en los dedos de la mano derecha. “Vivimos en Villa Copacabana (sector este de La Paz); la traje porque a mí me atendieron por un problema en el cuero cabelludo para el que no  hallaba respuesta; hoy, cuando estoy como nuevo, quiero que a ella le vaya igual”.

La historia del CMI se puede resumir así: Hace cinco años, el médico estadounidense W. Kevin Browles y su esposa Noel, exenfermera, visitaron Bolivia para prestar ayuda al hospital Arco Iris, además de poner en marcha proyectos en favor de personas de bajos recursos, niños en particular.

La idea de la clínica surgió por varios motivos, uno de ellos generar recursos para financiar el trabajo del Arco Iris y las otras obras sociales. Browles, quien fue director de la Duke University y abrió clínicas en su país, se jubiló y decidió trasladarse definitivamente a Bolivia. Así surgió el CMI. Rápidamente se armó el grupo de profesionales: bolivianos y extranjeros que permiten una atención en castellano, inglés, francés y alemán.

El CMI, explica Armaza, no tiene fines de lucro. Cubre sus costos, paga a los profesionales, y el dinero excedente va a las obras de la Fundación Hope World Wide Bolivia.

Para mayores datos sobre horarios de atención, atención a domicilio y otros, visitar www.cmihope.com.

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